sábado, 18 de febrero de 2023

Noticias del otro lado

 




Editorial: REINO DE CORDELIA

ISBN: 9788419124180

Edición: 2022

  Prólogo: Luis Alberto de Cuenca





NOTICIAS DEL OTRO LADO    de Lorenzo R. Garrido

 

    Confieso: me he reconciliado con la poesía. Vuelvo a creer que, leyéndola, puedo ser mejor individuo, puedo agudizar los poros de esta piel de sensibilidad requemada. A pesar de que he dedicado más de la mitad de mi vida a hablar de literatura, sé que debo seguir hablando de ella para seguir mejorando. La culpa de mis inconveniencias es mía y de nadie más. Con todo, estoy convencido de que, con Noticias del otro lado, muchos, tan agnósticos como yo, pueden reencontrar la fe en los versos.

    Este es el primer poemario de Lorenzo R. Garrido, alguien curtido en el periodismo cultural para quien, necesariamente, la literatura nunca le ha sido ajena. Me atrevo a decir que el libro es un auténtico cancionero (paradójicamente moderno) en el sentido clásico, en el sentido que instaura Petrarca y continúa Garcilaso de la Vega; es decir, partiendo en todos los casos de una separación amorosa, percibimos la cronología cotidiana, el recorrido por el irresoluble mundo que deja el desencuentro amoroso. Inmerso el poeta en el desamor, Lorenzo bucea y se acongoja en los pequeños momentos pasados en compañía de la amada y que, sin embargo, ahora, ya pertenecen a un paraíso inalcanzable.

    Uno lee a Lorenzo y llega a creer en las cualidades portentosas de sus palabras. Uno llega a creer (y quiere que se cumpla el deseo del poeta) que sus versos quedarán vibrando hasta lograr que se realice el prodigo, el regreso del ser querido. Dice Luis Alberto de Cuenca en el prólogo:


«Y son un fruto tan bien diseñado, y tan auténtico, y tan emocionante, que si este modesto prologuista se convirtiera por arte de magia en el tú responsable del malestar que originó la escritura de unos poemas tan desoladamente hermosos, lo tendría muy claro: volvería, aunque fuese por un rato, al dulce yugo del amor perdido».



 
    El libro, siguiendo ciertas pautas acrisoladas, empieza con el poema “Obertura” cuyo primer verso dice: «Mi amor:». A partir de esas dos palabras iniciales, sabemos que todo lo que leamos es unívoco, que se dirige a ese amor sin nombre (porque no lo necesita), que se agota y se completa en la misma palabra «amor». Sabemos que se dirige a su omnipresencia, tal como una epístola poética. Lorenzo avanza analizando recuerdos y dolor a partes iguales; no obstante, desde la misma “Obertura” sabremos, como decíamos, que el trayecto no será bidireccional, que su recorrido chocará con el muro de la evidencia. Leemos en el primer poema:

 

«Que tu día es
un poema abierto,
y mi noche
estos versos
que no lees».


    Asumimos que, ni siquiera con el conjuro de la poesía, la amada será receptiva al tormento que provoca su ausencia en el poeta.

    En su recorrido, Lorenzo R. Garrido se agarra a lo cotidiano, a todo aquello que fue común en la vivencia compartida, que pueden ser pequeñas costumbres o insignificantes objetos; sin embargo, en todo ello se ha escrito la diminuta y enorme historia de los dos, tanto del afligido autor como de la lejana amada.

 

                                                            «El cepillo de dientes,
                                                              la toalla de los 101 dálmatas,
                                                              el frasco de Light Blue».
                                                              «(…) las perchas de los vestidos
                                                              aún guardan el último además de tus manos».

 

    Arriba aludíamos al cancionero. Retomando la idea, el poemario traza su recorrido, añadimos que tanto interior como temporal. La primera alusión que encontramos al tiempo está en el tercer poema, “De qué hablo cuando hablo de amor”, y se refiere a la Navidad, a los villancicos en soledad y continúa el inciso temporal, de esas fechas traumáticas, en el siguiente poema, “Postal para un año nuevo”.

    Valga como muestra la última estrofa, de aire conceptista en los versos finales. “De qué hablo cuando hablo de amor”:


                                                            «Tú has cortado los hilos
                                                            que me atan a los sueños,
                                                            has secuestrado los villancicos
                                                            que silbo en la ducha
                                                            y me has dejado olvidado
                                                            como el árbol que no he puesto,
                                                            hablando de que siempre
                                                            hablo de ti».

 

    A partir de aquí las alusiones temporales se estiran, como leemos en “Conjeturas”: «cinco años después», o «que dura ya diez años», este perteneciente a “Feria del Libro”. La línea cronológica llega hasta el presente, el presente de la voz poética, es decir, hasta el final del libro. Ese final se materializa en dos versos a modo de corolario en el que se mantiene la esperanza al tiempo que la aceptación de que ese «Mi amor:», con el que se abría el poemario, no regresará. Así, siguiendo una estructura circular que empezaba en el mismo título, termina (si fuese posible que los poemarios terminasen) en el último verso. Exacta imagen de lo irreconciliable. Dicen los dos versos finales:

 

                                                            «Tus zapatillas tal vez esperen
                                                            noticias del otro lado».

 

    En cuanto a las reminiscencias que el libro me ha despertado, entre otras, podría citar algunas imágenes de nuestra Generación del 27, la Generación de Plata. Claro, dirá alguien, ¿en qué versos posteriores no están presentes los poetas del 27? Recordemos aquel final del poema de Jorge Guillén, “Las doce en el reloj”:

 

                                                            «Dije: Todo, completo.
                                                            ¡Las doce en el reloj!».

 

    Lorenzo, como Guillén, también recrea la imagen de la totalidad que representa la unión de las manecillas del reloj. Para ambos es una meta: el objetivo último de sus aspiraciones. Si para Guillén es una plenitud no exenta de peso existencial, para R. Garrido representa el reencuentro de ese «Mi amor» y del poeta.

    Dice Lorenzo R. Garrido en "Reloj":


                                                            «Así como las agujas
                                                            se persiguen en la esfera del día
                                                            con el ansia de abrazarse,
                                                            de fundirse en una sola,
                                                             yo te sueño torpe,
                                                                                     incansable,
                                                            esperando que den las doce».             

 

    Otro poeta de la citada generación que se me ha despertado en los versos de Lorenzo R. Garrido es Pedro Salinas. Tal vez su presencia pueda rastrearse en la fuerza de los pronombres, sobre todo en el pronombre /tú/ cuando aquel cita a la sin nombre y amada dama. Recordemos que la fuerza de los pronombres, por lo que guardan en secreto, se comprime en una sola sílaba de dimensiones extraordinarias:


                                                            «(…) y por debajo
                                                            de mi pulso:
                                                            tú,
                                                            siempre tú, orgullosa e invencible (…)».

 

    Junto a los versos de “Una hebra de esperanza”, podríamos juntar los de “La noche”, entre otros poemas en los que rastrear más ejemplos de la relevancia de los pronombres.

    Algún paralelismo con Salinas creo que también transpira el poema “Esta luz” o, por lo menos creo que llega cierto espíritu del autor del 27 en las palabras del poema de R. Garrido. Los versos de Lorenzo me conducen al poemario La voz a ti debida, en concreto al poema “No quiero que te vayas dolor”. A ambos autores les queda un rescoldo apagándose que avivan aferrados a la esperanza. En ambos la dicotomía amor/dolor se unifica compartiendo lo último que les queda de la amada, aunque eso sea el dolor.

    Otros muchos aspectos y símbolos poéticos encontraremos en Noticias del otro lado, que el lector sabrá disfrutar, y, además, siempre con la exactitud de la palabra, donde lo superfluo no existe. Yo me quedo con el poema "Tu sombra", rico en simbología e imágenes. 


                                                              «Entre mi cuerpo y yo
                                                               se interpone tu sombra».


    En conjunto, el poeta se convierte en un ser de transparencia corpórea: sentimientos fragmentados y recompuestos en cada expresión, la fuerza del verso frente a las ofensas de la realidad. Si la literatura, sabemos, ha de ser transparente, el género poético, más. Si no fuese así, sería una concatenación de palabras, ruido, en definitiva. Lorenzo R. Garrido ha logrado, a través del tema más universal, el del amor, prolongar una tradición, es decir, reforzar uno de los eslabones de la fina cadena que sostiene al mundo.

















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