No
quería que acabase el año sin una alusión a uno de los más grandes poetas
españoles, a Luis Cernuda. No solo porque se celebrase en este transcurrido
2013 el 50 aniversario de su muerte, sino también por una cuestión de justicia
literaria. No pretendo presentar ningún tipo de estudio sobre el autor o su
obra, simplemente deseo recordar al poeta, aunque sea a través de una entrada,
que por tratarse del último día del año en el que transcurre la susodicha celebración,
ya me atrevo a denominar como entrada last
minute.
Siempre
me ha parecido que de sus versos se desprendía la voz de un poeta tremendamente
solo. Es la soledad de Cernuda una voz huérfana que no cesa de bucear más allá
de los confines del yo. Tal vez esa sensación se perciba más que en otros
momentos (aunque siempre presente), a partir de los años del exilio
norteamericano (desde 1947), cuando enseña literatura en la universidad para
mujeres Mount Holyoke College, en el Estado de Massachusetts. La nieve cubre las calles y encierra al poeta durante largos meses. Parece que su exilio se
multiplica: exilio político-social, exilio en su condición sexual y el exilio
que impone el duro clima, tan opuesto al clima andaluz. El contraste, que no
logra borrar la intensidad de la solitud, se percibe en sus viajes a México, que
se inician en 1949 y se continúan en las vacaciones de 1950 y 1951, para
establecerse definitivamente en 1952. Será allí, en 1951, cuando conocerá a
Salvador Alighieri, de quien se enamorará. También es en México donde termina
su poemario Con las horas contadas (1950-1956), que posteriormente incluirá Poemas para un cuerpo (1957).
Salvador
Sálvale o condénale,
porque ya su destino
está en tus manos, abolido.
Si eres salvador, sálvale
de ti y de él; la violencia
de no ser uno en ti, aquiétala.
O si no lo eres, condénale,
para que a su deseo
suceda otro tormento.
Sálvale o condénale,
pero así no lo dejes
seguir vivo, y perderte.
Poemas para un cuerpo
México
representa para el poeta volver a contactar con su mundo, con su lengua, así como el
reencuentro con el amor. Hispanoamérica se convertirá durante esos años en una
constante en su vida: México y Cuba. Se trata de la antítesis frente al frío
mundo de las aulas norteamericanas, frente al aislamiento temporal, espacial y
emocional; así lo manifiesta en la carta, como indica Andrés Sorel, que
escribirá el poeta a María Zambrano, quien la recibe en La Habana:
Toda la hiel del mundo
no es tan amarga como esa necesidad mía de volver aquí. El horror que me
inspira todo esto es indecible. Mi estancia en México y Cuba se va convirtiendo
en irrealidad y este limo flácido, esta tripa hueca que son los Estados Unidos,
tapa y borra el mundo maravilloso de por ahí fuera.
Tanta era la desafección con su entorno en EE. UU., que, finalmente, en 1952 renuncia a
su plaza de profesor en Mount Holyoke College, para instalarse al fin en
México.
En
ese mismo año, todavía en Estados Unidos, Luis Cernuda escribirá un libro de
poemas en prosa, como fue Ocnos
(1949), que se titulará Variaciones sobre tema mexicano. Christina Karageorgou, en su trabajo Poesía y patria en Variaciones
sobre tema mexicano de Luis Cernuda, concluye de la siguiente manera:
Pero Cernuda plasma
aquí una nueva ética de lo homogéneo, despojando al yo peninsular de su pasado
imperial, al poeta, de su agencia mesiánica, al amante, de su esperanza de poseer
al amado.
En
definitiva, es la triple soledad, es el triple desamparo lo que lleva al poeta
a la composición de versos en los que, como último recurso para paliar un sentir que empieza a no tener nombre, manteniéndose en la
frontera entre el dolor y el sarcasmo, se dirige a Dios.
Y cuánto te importuno,
Señor, rogándote me vuelvas
lo perdido, ya otras veces perdido
y por ti recobrado para mí, que parece
imposible guardarlo.
Nuevamente
llamo a tu compasión, pues es la sola
cosa que quiero bien, y tú la sola
ayuda con que cuento.
Mas rogándote
así, conozco que es pecado,
ocasión de pecar lo que te pido,
y aún no guardo silencio,
ni me resigno al fin a la renuncia.
Tantos años vividos
en soledad y hastío, en hastío y pobreza,
trajeron tras de ellos esta dicha,
tan honda para mí, que así ya puedo
justificar con ella lo pasado.
Por eso insisto aún, Señor, por eso vengo
de nuevo a ti, temiendo y aún seguro
de que si soy blasfemo me perdones:
devuélveme, Señor, lo que he perdido,
el solo ser por quien vivir deseo.
Señor, rogándote me vuelvas
lo perdido, ya otras veces perdido
y por ti recobrado para mí, que parece
imposible guardarlo.
Nuevamente
llamo a tu compasión, pues es la sola
cosa que quiero bien, y tú la sola
ayuda con que cuento.
Mas rogándote
así, conozco que es pecado,
ocasión de pecar lo que te pido,
y aún no guardo silencio,
ni me resigno al fin a la renuncia.
Tantos años vividos
en soledad y hastío, en hastío y pobreza,
trajeron tras de ellos esta dicha,
tan honda para mí, que así ya puedo
justificar con ella lo pasado.
Por eso insisto aún, Señor, por eso vengo
de nuevo a ti, temiendo y aún seguro
de que si soy blasfemo me perdones:
devuélveme, Señor, lo que he perdido,
el solo ser por quien vivir deseo.
Con las horas contadas
http://amediavoz.com/poetas.htm
(voz de Luis Cernuda)
República de las letras. Revista de la Asociación Colegial
de Escritores de España. Nº 131.
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