Amarrado al
duro banco porque si es verdad que llora
de una
galera turquesca[1], mi captiverio en tu arena,
ambas
manos en el remo bien puedes al mar del Sur
y ambos
ojos en la tierra, vencer en lucientes perlas.
en la
playa de Marbella a mis demandas respuesta,
se
quejaba, al ronco son que bien puedes, si es verdad
del remo y
de la cadena: que las aguas tienen lengua;
«¡Oh
sagrado mar de España, pero, pues no me respondes,
10 famosa playa
serena, 30 sin duda alguna que es muerta,
teatro
donde se han hecho aunque no lo debe ser,
cien mil
navales tragedias!: pues que vivo yo en su ausencia.
pues eres
tú el mismo mar Pues he vivido diez años
que con tus
crecientes besas sin libertad y sin ella,
15 las murallas
de mi patria, 35 siempre al remo condenado,
coronadas
y soberbias, a nadie matarán penas».
tráeme
nuevas de mi esposa, En esto, se descubrieron
y dime si
han sido ciertas de la Religión seis velas,
las
lágrimas y suspiros y el cómitre[4] mandó usar,
20 que me dice
por sus letras[3]; 40 al forzado, de su fuerza.
Introducción
La composición pertenece a Luis de Góngora, poeta de los
Siglos de Oro. Véanse comentarios anteriores sobre el mismo autor. Posiblemente este poema inicie la serie de romances nuevos sobre cautivos.
Tema
El lamento de un galeote por faltarle su libertad.
Estructura externa
Se trata de un romance nuevo que sigue, en gran medida, las
pautas del romance tradicional. Como tal, la estructura métrica de esta tirada no
es otra que la de los versos octosílabos, con rima asonante en los versos
pares, quedando sin rima los impares; es decir: 8─, 8a, 8─, 8a.
Estructura interna
El poema se puede dividir en tres partes. En la primera nos
encontramos con un narrador que nos introduce al personaje principal y sus
circunstancias. Esta sección abarca los versos desde 1 al 8. La segunda parte
iría desde el verso 9 hasta el 36. Aquí el galeote expresa su añoranza. La última parte es la tercera, que
ocuparía los versos desde el 37 hasta el 40, que es donde volvemos a
encontrarnos con el narrador, que nos dejará en la incertidumbre del final abierto.
Análisis
Empieza el poema con un largo hipérbaton que ocupa toda la
introducción. Destaca la primera palabra, «Amarrado», que aporta unas
connotaciones plásticas que condicionan al resto del léxico. Amarrar es un
verbo que suele aplicarse a los animales, sin embargo, en el poema se aplica a
un ser humano, por consiguiente, es obvia la dureza de la escena. En cuanto al
hipérbaton, diríamos que trasladado a la sintaxis habitual, quedaría:
Un forzado de Dragut, amarrado al duro banco de una galera turquesa, (con) ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, se quejaba, al ronco son del remo y de la cadena, en la playa de Marbella.
También
destacaríamos la estructura paralelística de los versos 3 y 4, característica
de la poesía de carácter popular.
ambas
manos en el remo
y
ambos ojos en la tierra
La
intención de este recurso sintáctico nos remite a la poesía de corte
tradicional, el cual aporta cierto colorido en el ritmo del poema.
En el verso
ocho acaba la introducción del narrador, y en el siguiente, empieza la
invocación. Dice: «¡Oh sagrado mar de España». El adjetivo que se utiliza
encierra un claro significado religioso, es decir, de veneración, que más
adelante, en los versos 25 y 38, se reforzará y aportará ciertas connotaciones
históricas. Desde este momento hasta el final de la intervención del galeote,
el apóstrofe se dirige al mar para saber de su mujer.
Los primeros versos de la
invocación nos conducen por el tópico de una introducción de factura clásica.
En ellos se muestra añoranza y dolor, a la vez que respeto hacia su tierra,
remarcándose fundamentalmente en los adjetivos del verso 16:
«que con tus crecientes besas
15 las murallas de mi patria,
coronadas y soberbias»
A
continuación, pasa a preguntar sobre su mujer, y más que demostrar amor,
demuestra recelo hacia ella, pues lo que quiere saber es si ella ha sido
sincera en sus cartas. Sin embargo, en el verso 30, observamos un cambio de
actitud, si primero fue la desconfianza, ahora predomina el temor de que haya
muerto: «sin duda alguna que es muerta». Con la misma volatilidad emocional que
hemos observado, más adelante, expresará lo contrario. Tratándose de un romance
no puede sorprendernos, pues las simplificaciones y elipsis argumentales son
frecuentes en este tipo de composición. También, propio del romance es la escasa
presencia de recursos estilísticos. Al hipérbaton y al paralelismo les añadimos
otro recurso de tipo sintáctico, como es la estructura bimembre: «sin libertad
y sin ella» (v. 34), la cual aporta otra nota musical más, al tiempo que incide
en el dolor del preso y, además, lo que para él significa, pues la libertad se
asocia a la presencia de la mujer, ambas están a la misma altura.
Al mar le
pide que actúe como si se tratase de un humano: «tráeme nuevas de mi esposa, /
y dime si han sido ciertas». (vv. 17 y 18), como en los versos 25 y 26, pues en
la soledad en que vive, no es posible otro tipo de receptor. Además, es el
mismo mar el que baña todas las tierras, también las de la patria del forzado.
Un recurso
destacado es el uso de la metáfora en el verso 24: «lucientes perlas», para
referirse a las lágrimas de la mujer. Si hasta ahora, de la mujer se mostraba
receloso, con esta utilización de la metáfora, también ensalza su amor y muestra
idolatría hacia la dama. Valga destacar que en el apóstrofe en el que el protagonista se dirige al mar, lo personifica, pues le pide respuestas e incluso llega a decir: si es verdad/ que las aguas tienen lengua (vv. 27, 28).
Terminada
la intervención del personaje, regresa el narrador. La función de este es la de
interrumpir lo que pudiera contarnos el forzado y de esta manera aportar
incertidumbre. Como romance, tanto los principios in media res como los finales
abruptos son una característica básica. Empieza el poema y no sabemos quién es
el galeote, ¿por qué está en una galera turca? ¿Cómo es la mujer? Y sobre todo,
no sabemos cómo acabará la escena a la que hemos asistido. La técnica que
utiliza el poeta, una vez pasa de lo lírico a lo narrativo a través del
narrador, es añadir un elemento nuevo, como son las embarcaciones de la orden
de Malta, con lo cual, naves enemigas de los turcos y, por consiguiente, ahora
también del forzado. Esas naves aportan peligro, así pues, el peligro se suma a
la falta de libertad y a la ausencia de la mujer del galeote. Incluso existe un
elemento más a tener en cuenta en la desgracia del personaje: los que lo
persiguen son cristianos como él. Esa nueva presencia se hace efectiva con la
sinécdoque «seis velas», para reunir todas las connotaciones que apuntábamos arriba. Añadamos que en los versos finales observamos cierta acumulación de sinécdoques. A la susodicha, sumemos la que encierra el término «Religión», para denominar al bando cristiano, y la que representa la palabra «remo », instrumento que alude a un todo.
Aunque la
intención del autor es dejarnos el final abierto, observamos un elemento que
intenta cerrar la escena. Este elemento es la «y» del verso 39. La conjunción
pretende aportar el último elemento de una enumeración, con la que se nos dice
que después ya no hay nada. Lo que nos queda es la imagen del protagonista
cumpliendo con su cometido, es decir, huyendo de los enemigos. Para los
lectores, el forzado estará eternamente huyendo y en el desconsuelo de no
recuperar ni la libertad ni a su mujer.
«y el cómitre mandó usar,
al forzado, de su fuerza». (vv. 39 y
40)
Conclusión
Se trata de un romance perteneciente al romancero nuevo. El
poema busca la verosimilitud y para ello aporta un nombre real, como es la del
corsario Dragut, la presencia de la playa de Marbella y el mar de España. Sigue el poema las
pautas del romancero viejo, como el inicio in media res o el final truncado. No
abunda en recursos estilísticos y predomina la técnica narrativa de este tipo
de composición, aun con secuencias, en algunos versos, de índole lírica. Por la
incertidumbre con la que se cierra el poema, podríamos considerar que el poema
sigue una estructura ascendente.
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