sábado, 7 de noviembre de 2015

Amarrado al duro banco

                                                    

    
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                                                 Luis de Góngora y Argote (1583)


            Amarrado al duro banco                                                 porque si es verdad que llora
            de una galera turquesca[1],                                            mi captiverio en tu arena,
            ambas manos en el remo                                                bien puedes al mar del Sur
            y ambos ojos en la tierra,                                                vencer en lucientes perlas.
5          un forzado de Dragut[2]                                           25   Dame ya, sagrado mar,
            en la playa de Marbella                                                   a mis demandas respuesta,
            se quejaba, al ronco son                                                 que bien puedes, si es verdad
            del remo y de la cadena:                                                 que las aguas tienen lengua;
            «¡Oh sagrado mar de España,                                          pero, pues no me respondes,
10        famosa playa serena,                                                 30  sin duda alguna que es muerta,
            teatro donde se han hecho                                              aunque no lo debe ser,
            cien mil navales tragedias!:                                              pues que vivo yo en su ausencia.
            pues eres tú el mismo mar                                              Pues he vivido diez años
            que con tus crecientes besas                                          sin libertad y sin ella,
15        las murallas de mi patria,                                            35 siempre al remo condenado,
            coronadas y soberbias,                                                    a nadie matarán penas».
            tráeme nuevas de mi esposa,                                           En esto, se descubrieron
            y dime si han sido ciertas                                                de la Religión seis velas,
            las lágrimas y suspiros                                                    y el cómitre[4] mandó usar,
20        que me dice por sus letras[3];                                    40  al forzado, de su fuerza.
                
         


Introducción

La composición pertenece a Luis de Góngora, poeta de los Siglos de Oro. Véanse comentarios anteriores sobre el mismo autor. Posiblemente este poema inicie la serie de romances nuevos sobre cautivos.

Tema

El lamento de un galeote por faltarle su libertad.

Estructura externa

Se trata de un romance nuevo que sigue, en gran medida, las pautas del romance tradicional. Como tal, la estructura métrica de esta tirada no es otra que la de los versos octosílabos, con rima asonante en los versos pares, quedando sin rima los impares; es decir: 8─, 8a, 8─,  8a.

Estructura interna

El poema se puede dividir en tres partes. En la primera nos encontramos con un narrador que nos introduce al personaje principal y sus circunstancias. Esta sección abarca los versos desde 1 al 8. La segunda parte iría desde el verso 9 hasta el 36. Aquí el galeote expresa su  añoranza. La última parte es la tercera, que ocuparía los versos desde el 37 hasta el 40, que es donde volvemos a encontrarnos con el narrador, que nos dejará en la incertidumbre del final abierto.


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Análisis

Empieza el poema con un largo hipérbaton que ocupa toda la introducción. Destaca la primera palabra, «Amarrado», que aporta unas connotaciones plásticas que condicionan al resto del léxico. Amarrar es un verbo que suele aplicarse a los animales, sin embargo, en el poema se aplica a un ser humano, por consiguiente, es obvia la dureza de la escena. En cuanto al hipérbaton, diríamos que trasladado a la sintaxis habitual, quedaría:
     
     Un forzado de Dragut, amarrado al duro banco de una galera turquesa, (con) ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, se quejaba, al ronco son del remo y de la cadena, en la playa de Marbella.

      También destacaríamos la estructura paralelística de los versos 3 y 4, característica de la poesía de carácter popular.

ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra
           
            La intención de este recurso sintáctico nos remite a la poesía de corte tradicional, el cual aporta cierto colorido en el ritmo del poema.
            En el verso ocho acaba la introducción del narrador, y en el siguiente, empieza la invocación. Dice: «¡Oh sagrado mar de España». El adjetivo que se utiliza encierra un claro significado religioso, es decir, de veneración, que más adelante, en los versos 25 y 38, se reforzará y aportará ciertas connotaciones históricas. Desde este momento hasta el final de la intervención del galeote, el apóstrofe se dirige al mar para saber de su mujer.
Los primeros versos de la invocación nos conducen por el tópico de una introducción de factura clásica. En ellos se muestra añoranza y dolor, a la vez que respeto hacia su tierra, remarcándose fundamentalmente en los adjetivos del verso 16:

        «que con tus crecientes besas
15        las murallas de mi patria,
            coronadas y soberbias»

            A continuación, pasa a preguntar sobre su mujer, y más que demostrar amor, demuestra recelo hacia ella, pues lo que quiere saber es si ella ha sido sincera en sus cartas. Sin embargo, en el verso 30, observamos un cambio de actitud, si primero fue la desconfianza, ahora predomina el temor de que haya muerto: «sin duda alguna que es muerta». Con la misma volatilidad emocional que hemos observado, más adelante, expresará lo contrario. Tratándose de un romance no puede sorprendernos, pues las simplificaciones y elipsis argumentales son frecuentes en este tipo de composición. También, propio del romance es la escasa presencia de recursos estilísticos. Al hipérbaton y al paralelismo les añadimos otro recurso de tipo sintáctico, como es la estructura bimembre: «sin libertad y sin ella» (v. 34), la cual aporta otra nota musical más, al tiempo que incide en el dolor del preso y, además, lo que para él significa, pues la libertad se asocia a la presencia de la mujer, ambas están a la misma altura.
            Al mar le pide que actúe como si se tratase de un humano: «tráeme nuevas de mi esposa, / y dime si han sido ciertas». (vv. 17 y 18), como en los versos 25 y 26, pues en la soledad en que vive, no es posible otro tipo de receptor. Además, es el mismo mar el que baña todas las tierras, también las de la patria del forzado.
            Un recurso destacado es el uso de la metáfora en el verso 24: «lucientes perlas», para referirse a las lágrimas de la mujer. Si hasta ahora, de la mujer se mostraba receloso, con esta utilización de la metáfora, también ensalza su amor y muestra idolatría hacia la dama. Valga destacar que en el apóstrofe en el que el protagonista se dirige al mar, lo personifica, pues le pide respuestas e incluso llega a decir: si es verdad/ que las aguas tienen lengua (vv. 27, 28).
            Terminada la intervención del personaje, regresa el narrador. La función de este es la de interrumpir lo que pudiera contarnos el forzado y de esta manera aportar incertidumbre. Como romance, tanto los principios in media res como los finales abruptos son una característica básica. Empieza el poema y no sabemos quién es el galeote, ¿por qué está en una galera turca? ¿Cómo es la mujer? Y sobre todo, no sabemos cómo acabará la escena a la que hemos asistido. La técnica que utiliza el poeta, una vez pasa de lo lírico a lo narrativo a través del narrador, es añadir un elemento nuevo, como son las embarcaciones de la orden de Malta, con lo cual, naves enemigas de los turcos y, por consiguiente, ahora también del forzado. Esas naves aportan peligro, así pues, el peligro se suma a la falta de libertad y a la ausencia de la mujer del galeote. Incluso existe un elemento más a tener en cuenta en la desgracia del personaje: los que lo persiguen son cristianos como él. Esa nueva presencia se hace efectiva con la sinécdoque «seis velas», para reunir todas las connotaciones que apuntábamos arriba. Añadamos que en los versos finales observamos cierta acumulación de sinécdoques. A la susodicha, sumemos la que encierra el término «Religión», para denominar al bando cristiano, y la que representa la palabra «remo», instrumento que alude a un todo.
            Aunque la intención del autor es dejarnos el final abierto, observamos un elemento que intenta cerrar la escena. Este elemento es la «y» del verso 39. La conjunción pretende aportar el último elemento de una enumeración, con la que se nos dice que después ya no hay nada. Lo que nos queda es la imagen del protagonista cumpliendo con su cometido, es decir, huyendo de los enemigos. Para los lectores, el forzado estará eternamente huyendo y en el desconsuelo de no recuperar ni la libertad ni a su mujer.

            «y el cómitre mandó usar,
           al forzado, de su fuerza». (vv. 39 y 40)



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Conclusión

Se trata de un romance perteneciente al romancero nuevo. El poema busca la verosimilitud y para ello aporta un nombre real, como es la del corsario Dragut, la presencia de la playa de Marbella y el mar de España. Sigue el poema las pautas del romancero viejo, como el inicio in media res o el final truncado. No abunda en recursos estilísticos y predomina la técnica narrativa de este tipo de composición, aun con secuencias, en algunos versos, de índole lírica. Por la incertidumbre con la que se cierra el poema, podríamos considerar que el poema sigue una estructura ascendente.





[1] Entiéndase, turca.
[2] Corsario turco del S. XVI.
https://es.wikipedia.org/wiki/Turgut_Reis
[3] Cartas.
[4] DRAE: m. Persona que en las galeras vigilaba y dirigía la boga y otras maniobras y a cuyo cargo estaba el castigo de remeros y forzados.

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