De una dama que, quitándose una sortija, se pica con
un alfiler
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Prisión
del nácar era, articulado,
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de mi
firmeza un émulo luciente,
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un
dïamante, ingenïosamente
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en oro
también él aprisionado.
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5
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Clori,
pues, que su dedo apremïado[1]
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de metal
aun precioso no consiente,
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gallarda
un día, sobre impacïente,
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lo redimió
del vínculo dorado.
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Mas ay,
que insidïoso latón breve
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10
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en los
cristales de su bella mano
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sacrílego
divina sangre bebe:
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púrpura
ilustró menos indïano
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marfil; invidïosa
sobre nieve,
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claveles
deshojó la Aurora[2] en
vano.
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Contextualización
S. XVII
Barroco
Gongorismo
Manierismo
Tema
La
plasticidad cromática de la sangre sobre el blanco de la piel del dedo de una
dama, cuando se pinchó con un alfiler.
Estructura externa
El presente
poema es un soneto que se ajusta a la regularidad habitual. En este caso la
estructura métrica es: versos endecasílabos, con rima consonante, que siguen el orden ABBA ABBA CDC DCD. Llaman la atención las siete ocasiones en
las que aparece la diéresis, como licencia métrica consistente en forzar hiatos
para que la medida de los versos sea regular.
Estructura interna
La
composición se estructura en tres partes. La primera se corresponde con el
primer cuarteto. En este, se nos presenta la escena en la que una dama sentía
su dedo oprimido por un anillo, al tiempo que se observa la presencia del
poeta. En la segunda parte se cuenta lo
que le aconteció a la dama, cuyo nombre es Clori: pincharse con un alfiler. La
tercera parte la ocupan los tercetos, donde observamos las consecuencias de ese
pequeño accidente.
Análisis
El recurso
más utilizado por el poeta es el hipérbaton. Nos encontramos ante un poema que
nos sirve de buen ejemplo de la poesía gongorina; es decir, una poesía compleja
y hermética. Por ello en la sintaxis y en el léxico es donde más incide el
autor, para buscar la belleza, si no la oscuridad del texto. Los hipérbatos y
los cultismos son elementos destacados en la composición. Nos encontramos con
abundantes cultismos, como «apremiado», «vínculo», «redimió», «púrpura», etc.
Todo
el primer cuarteto se ha formado con un hipérbaton, que trasladado a una
sintaxis menos gongorina nos diría:
un dïamante, ingeniosamente en oro también él
aprisionado, era, prisión del nácar articulado, un émulo luciente de mi
firmeza.
La profusa utilización de la
metáfora también es propia de la poesía gongorina. En el primer cuarteto nos
hallamos con algunas, que vamos a ir analizando. Dice el poeta «Prisión» (v. 1),
para mostrar la imagen plástica de un dedo de la dama introducido en el anillo.
En el mismo verso leemos «del nácar era articulado», para hablarnos del dedo
blanco de la dama. Ya en el verso tercero observamos el término «dïamante»,
con el que se refiere tanto a la piedra preciosa como al poeta. La última
metáfora que encontramos en la primera estrofa es, la ya fosilizada, «oro», que
alude al metal y a los cabellos de la dama.
Sin duda alguna el autor pretende
crear una obra con tal abundancia de recursos, que conduzcan al aquilatamiento poético. Es la
barroquización de la expresión por parte de Góngora, es el manierismo poético.
La presencia del poeta la observamos
ya en el verso segundo, que se complementará en el quinto con la figura
femenina, «Clori», de manera que ya tendremos a los dos personajes de la
composición. En esta segunda estrofa se detiene el autor en describir el acto
de la dama al quitarse el anillo.
Es importante destacar el hipérbaton
que ocupa de nuevo toda la estrofa, que corrobora lo ya apuntado sobre la forma
gongorina de la redacción del poema. De hecho, la estrofa incide en el ínfimo
acto que realiza una dama al quitarse la sortija y pincharse con un alfiler;
sin embargo, recurriendo a lo simbólico del anillo y a las connotaciones que
encierra, podríamos llegar a pensar que ese acto de desprenderse de la joya, se
deba no solo a la opresión en el dedo, sino que también, tal vez, está
oprimiendo un aspecto relacionado con lo sentimental. Así, llevada la dama por
un arrebato, se podría justificar la torpeza de pincharse el dedo. Un anillo
es, como dice metafóricamente el verso 8,
un «vínculo», aquí, quizá, que la une a otra persona; luego desprenderse
del anillo podría significar una ruptura amorosa. Todo ello se reafirmaría con
el adjetivo que leemos en el verso 7, «gallarda», que podría recoger entre
otros significados, el de resolutiva, a la vez que se intensifica en el
sintagma «sobre impacïente».
Decíamos que en los tercetos
conocíamos la consecuencia de que la dama se hubiese pinchado con el alfiler.
En plena exposición de lo sucedido, en el verso 9 nos topamos con la presencia
de la interjección «ay». Y al lector le surge una duda, o
tal vez una certeza, que no es otra que el carácter irónico y bufo del poema.
La plasticidad de la escena nos lleva a visualizar los hechos: una dama decide
desvincularse de una relación simbolizada en el anillo. Al quitárselo, presa de
su estado iracundo, se pincha, con lo cual, el poeta, divertido, extiende todo
el verso 9. Pues no solo es la parodia o la ficción de la interjección, sino
que además se refuerza hasta el final del verso con la personificación del
alfiler, al ser llamado «insidïoso latón breve», al tiempo
que lo degrada a «latón».
Este primer terceto todavía incide
en recursos para ahondar en la misma escena. En el verso 10, observamos la
presencia de la metáfora en el término «cristales» para aludir a la fragilidad
de la mujer. Fragilidad acentuada en el sintagma «bella
mano» e
indirectamente en el adjetivo, «sacrílego»,
refiriéndose al alfiler, al tiempo que con el mismo calificativo personaliza al
objeto causante del accidente, con lo cual nos guía hasta el verso 11, al
considerar que el alfiler también bebe la sangre de la dama herida, en otra
personificación.
Ya en el segundo terceto, de nuevo
es el hipérbaton el que configura toda la estrofa, que a su vez, se compone de
dos símiles. Ambas comparaciones nos conducen a momentos de plasticidad
clásica: por un lado, al rojo de la sangre sobre el blanco; por otro, a la
presencia de la diosa Aurora. No olvidemos que ya aparecían dos adjetivos que
nos anticipaban la cualidad de la dama. En el verso 11 leíamos, «sacrílego»,
para referirse al atrevimiento del alfiler, y «divina» para calificar la sangre
de la dama. En cualquier caso, la intención cromática crea una escena tal, que
da como resultado la belleza, a través del contraste del color, que supera al
rojo sobre el marfil e, incluso, al rojo extendido en el cielo del amanecer;
con lo cual, se manifiesta también una hipérbole.
Conclusión
Se trata de
un soneto en el más puro estilo gongorino: sintaxis compleja, cultismos,
metáforas… La escena que es motivo del poema puede ser intranscendente según la
lectura que realicemos; sin embargo, puede ser la consecuencia torpe de un acto
en el que la dama, presa del arrebato de una ruptura amorosa, se desprende del
anillo y acaba pinchándose. Por otro lado, tampoco son desdeñables las
valoraciones que clasificarían al poema como una manifestación de poesía
burlesca; lo cual explicaría ese abuso manierista con el que se regodea el
autor de su misma estética; es decir, como si se parodiase a sí mismo. En ese
sentido se ha querido explicar la abundancia de íes y de diéresis que,
mostrando una aliteración, podrían reproducir tanto la sonorización del lamento
de la mujer, el grito en sí, como la representación gráfica del alfiler,
explicación que aportó JM Blecua.
Será en el segundo terceto donde el
poema alcanza la máxima expresión poética, por lo tanto, consideramos que se
trata de un poema ascendente.
Se ha dicho que el poema pudiera ser
el resultado de un encargo, más que un reflejo propio de las inquietudes del
poeta; e incluso, se ha considerado un mero ejercicio poético.
Webgrafía
riviste.unimi.it/index.php/tintas/article/download/1798/2042
https://tirardelengua.wordpress.com/2011/12/15/de-una-dama-que-quitandose-la-sortija-se-pico-con-un-alfiler/
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