Lope de Vega (1614)
«—Mira, Zaide, que te aviso Mucho pueden con las damas
«—Mira, Zaide, que te aviso Mucho pueden con las damas
que no pases por mi calle, los galanes de tus partes (6),
no hables con mis mujeres, porque los quieren briosos,
no hables con mis mujeres, porque los quieren briosos,
ni con mis cautivos trates, que hiendan y que desgarren; 40
no preguntes en qué entiendo 5 mas con esto, Zaide amigo,
ni quien viene a visitarme, si algún banquete les hacen
ni quien viene a visitarme, si algún banquete les hacen
qué fiestas me dan contento del plato de sus favores
ni qué colores me aplacen; quieren que coman y callen.
basta que son por tu causa Costoso me fue el que heciste; 45
las (1) que en el rostro me salen, 10 que dichoso fueras, Zaide,
corrida (2) de haber mirado si conservarme supieras
ni qué colores me aplacen; quieren que coman y callen.
basta que son por tu causa Costoso me fue el que heciste; 45
las (1) que en el rostro me salen, 10 que dichoso fueras, Zaide,
corrida (2) de haber mirado si conservarme supieras
moro (3) que tan poco sabe. como supiste obligarme.
Confieso que eres valiente, Mas no bien saliste apenas
Confieso que eres valiente, Mas no bien saliste apenas
que hiendes (4), rajas y partes, de los jardines de Atarfe, 50
y que has muerto más cristianos 15 cuando heciste de la mía
y que has muerto más cristianos 15 cuando heciste de la mía
que tienes gotas de sangre; y de tu desdicha alarde.
que eres gallardo ginete, A un morillo mal nacido
que danzas, cantas y tañes, he sabido que enseñaste
gentilhombre, bien criado la trenza de mis cabellos 55
que eres gallardo ginete, A un morillo mal nacido
que danzas, cantas y tañes, he sabido que enseñaste
gentilhombre, bien criado la trenza de mis cabellos 55
cuanto puede imaginarse; 20 que te puse en el turbante.
blanco, rubio por extremo, No quiero que me la vuelvas,
señalado entre linajes, ni que tampoco la guardes,
el gallo de los bravatos, mas quiero que entiendas, moro,
señalado entre linajes, ni que tampoco la guardes,
el gallo de los bravatos, mas quiero que entiendas, moro,
la nata de los donaires; que en mi desgracia la traes. 60 que pierdo mucho en perderte 25 También me certificaron
y gano mucho en ganarte, cómo le desafiaste
y que si nacieras mudo por las verdades que dijo,
fuera posible adorarte; que nunca fueran verdades.
mas por ese inconveniente De mala gana me río; 65
determino de dejarte, 30 ¡qué donoso disparate!
que eres pródigo de lengua no guardaste tu secreto
y amargan tus liviandades (5); ¿y quieres que otro lo guarde?
y que si nacieras mudo por las verdades que dijo,
fuera posible adorarte; que nunca fueran verdades.
mas por ese inconveniente De mala gana me río; 65
determino de dejarte, 30 ¡qué donoso disparate!
que eres pródigo de lengua no guardaste tu secreto
y amargan tus liviandades (5); ¿y quieres que otro lo guarde?
habrá menester ponerte No puedo admitir disculpa,
la que quisiere llevarte otra vez torno [a] avisarte 70
un alcázar en los pechos 35 que ésta será la postrera
y en los labios un alcaide. que te hable y que me hables—».
Dijo la discreta Zaida
la que quisiere llevarte otra vez torno [a] avisarte 70
un alcázar en los pechos 35 que ésta será la postrera
y en los labios un alcaide. que te hable y que me hables—».
Dijo la discreta Zaida
al gallardo Abencerraje (7),
y al despedirse replica 75
«Quien tal hace, que tal pague».
El autor del poema es Lope de Vega (1562-1635). Como solía, el poeta vierte en verso sus experiencias amorosas. En estos, el fingimiento consiste en recrear una situación propia de los romances moriscos. La traslación a la realidad nos lleva a los amores del poeta y Elena Osorio, quien en otros versos, ella aparece con el nombre, Filis. El poeta se oculta detrás de un personaje. Se finge una escena de ambiente morisco para contar un suceso real[8]. Se entiende que Lope lanzó al vuelo comentarios en los que se aireaba su relación con Elena Osorio, aquí, Zaida, lo cual le llevó a la dama a decir tanto como lo leído en el poema.
Recordemos
que allá por el siglo XVI, la corriente novelesca y romancista que trataba
sobre la vida de los moriscos tenía una buena recepción entre el público. La
misma historia que nos cuenta Lope será aprovechada por Ginés Pérez de Hita (Mula,
Murcia, 1544 - 1619), autor del momento, para recrear las ensoñaciones
moriscas. Es más, Pérez de Hita incluye en su obra algunos de los romances de
temática morisca que compuso Lope, entre estos, el que vamos a comentar. Ello
es prueba de la transcendencia que tuvieron los versos del Fénix de los
Ingenios.
Tema
Admonición y ruptura de una relación amorosa.
Estructura
externa
Los versos forman un romance con la estructura habitual, es decir, 8-, 8a, 8-, 8a, con la rima asonante en los versos pares, quedando como versos sin rima los impares. Se trata de una tirada que se corresponde con una escena. Destacamos el predominio del carácter narrativo, como todo romance, aquí con el predominio de la intervención de un personaje, así como la presencia del narrador. Tengamos presente, en este ejemplo, que se trata de un romance nuevo; o sea, una composición que sigue la técnica tradicional, pero firmado por un autor.
Estructura
interna
Gráficamente observamos tres partes, la primera la ocuparían los versos desde el 1 al 72, y se corresponden con la intervención del personaje, Zaida; a continuación, una parte breve en la que interviene el narrador: versos 73-75; para finalizar con el último verso, en el que de nuevo surge la voz de Zaida (v. 76).
De
cualquier modo, dentro de la primera parte, que es la más extensa, podríamos
encontrar subapartados. Desde el primer verso hasta el 12, Zaida envía una
serie de admoniciones a Zaide. Del 13 al 24, ella lo describe. Desde el 25 al
60 se alude a lo lenguaraz que él ha sido. Del 61 al 72, debido a la incontinencia
verbal de Zaide, se muestran las consecuencias para él.
Análisis
El romance recoge una historia sucedida en Granada durante el reinado musulmán. Zaide, enamorado de Zaida, recibe de esta la trenza de cabellos dorados, como prueba de su amor. Llevado él por su alegría se la enseña a Tarfe, quien no tarda en dar a entender a Zaida que es una mujer de dudosa honradez, lo cual desata en ella la furia que le lleva a decir lo que nos cuenta el romance.
Es característico de la poesía
tradicional, en este caso del romance, las repeticiones sintácticas, como el
paralelismo, también las anáforas o el polisíndeton. Todos estos recursos también
aquí están presentes.
Prácticamente
todo el poema es un apóstrofe de Zaida dirigido a Zaide. Ya el primer verso
muestra una firmeza por parte de la dama que nos habla, y tal contundencia se
reafirma en el polisíndeton «ni», que se repite en los versos del 3 al 6. Con
tal negación, se desgrana todo aquello que ella le prohíbe a Zaide. Pero no
termina aquí el uso del polisíndeton en este poema. Hay que decir que toda la
composición está salpicada de la conjunción «y», cuya función no es otra que
prolongar una extensa lista que recoge todo aquello que Zaida detesta del
caballero; obsérvense los versos 15, 25, 26, 27, etc.
Tal
vez el segundo verso aluda al hecho real de que Lope fue obligado por la Justicia
a mantener una orden de alejamiento respecto a Elena
Osorio. Leemos:
«que no pases por mi calle».
En
el verso 11 se constata que nos habla una mujer. Lo sabemos a través del
adjetivo, «corrida». Observamos a una dama herida por la actitud de Zaide, en
este caso mediante un hipérbaton que abarcaría los versos desde el 9 al 12.
Dice: «basta que son por tu causa/ las[9] que
en el rostro me salen,/ corrida[10] de
haber mirado/ moro[11] que
tan poco sabe.», cuya transcripción y adaptación podría ser:
Estoy
avergonzada por haber mirado al moro que tan poco comprende.
Desde los versos 13 hasta el 24, asistimos al retrato de Zaide, en el que se combinan tanto elementos físicos (prosopografía) como psicológicos (etopeya). Dentro del retrato aparecen dos metáforas. Por un lado, Zaida llama a Zaide, «el gallo de las bravatas» (v.22), para acentuar el carácter pendenciero del examante, como una más de las notas negativas; y «la nata de los donaires» (v. 23), para contrarrestar, aquí con la nota positiva. Destaquemos que en este verso se recoge una rima interna, pues «bravatas» rima con «nata», con lo que ello aporta para intensificar a través del ritmo los rasgos que se muestran en el dibujo completo. Para acabar de perfilar el retrato, el autor se vale de la anáfora. Así la vemos en los versos 16 al 18. Leemos:
Desde los versos 13 hasta el 24, asistimos al retrato de Zaide, en el que se combinan tanto elementos físicos (prosopografía) como psicológicos (etopeya). Dentro del retrato aparecen dos metáforas. Por un lado, Zaida llama a Zaide, «el gallo de las bravatas» (v.22), para acentuar el carácter pendenciero del examante, como una más de las notas negativas; y «la nata de los donaires» (v. 23), para contrarrestar, aquí con la nota positiva. Destaquemos que en este verso se recoge una rima interna, pues «bravatas» rima con «nata», con lo que ello aporta para intensificar a través del ritmo los rasgos que se muestran en el dibujo completo. Para acabar de perfilar el retrato, el autor se vale de la anáfora. Así la vemos en los versos 16 al 18. Leemos:
«que tienes gotas
de sangre;
que eres
gallardo jinete,
que danzas,
cantas y tañes ».
Hablábamos
de paralelismo y destacábamos que se trataba de un recurso característico de la
poesía popular. En los versos 25 y 26 encontramos buena muestra de ello, intensificado
con la rima de las consonantes y una vocal.
«y pierdo mucho
en perderte
y gano mucho en amarte».
El
paralelismo, como sucedía con la rima interna, subraya las palabras del verso,
aquí, la situación emocional de Zaida, respecto a Zaide. Con esa finalidad se
recoge también la derivación (políptoton) del verso 25: «pierdo» y «perderte».
Más adelante, en los versos desde
el 27 al 30, sabremos el motivo de la ruptura de los amantes:
«y que si
nacieras mudo
fuera posible
adorarte;
y por este
inconveniente
determino de
dejarte».
Zaide
ha hablado más de lo debido, aireando una relación que a ella no le interesaba
que se diera a conocer. En el verso siguiente se repite la idea a través del
circunloquio o perífrasis, una forma conceptista, tan propia del Barroco,
utilizada para no caer en repeticiones de tipo léxico.
«que eres pródigo de lengua».
Ya
en los versos desde el 33 al 36 observamos la presencia de una imagen que
recoge dos metáforas:
«y habrá
menester ponerte
quien quisiere
sustentarte
un alcázar en el
pecho 35
y en los labios
un alcaide».
El
poema continúa mostrándonos a un Zaide que no ha sabido guardar el secreto de la relación amorosa, y
al tiempo que continúa Zaida su diatriba, ella también va aportando información
sobre sí misma. Dice en el verso 48: «como supiste obligarme», con lo cual se
aporta otra característica, tanto para ella, como para el seductor.
Llegados
al verso 50, leemos, «jardines de Tarfe». Se refiere a Tarfe[12],
amigo de Zaide, aunque en este suceso lo traicionase. Más adelante leemos: «A
un morito mal nacido» (v.53), según el texto tradicional se refiere al
susodicho Tarfe, a quien Zaide acababa de visitar y de mostrarle la trenza que
Zaida le guardó en el turbante. La valoración que realiza la mujer sobre Tarfe
se debe a que él, como en el caso de Zaide, también va comentando las
relaciones entre ella y el amigo.
En
los versos 57 y 58, nos encontramos con otro paralelismo, para acentuar el
ritmo y la gravedad del personaje ofendido. Dice:
«No quiero que
me la vuelvas
ni quiero que me
la guardes».
Una
paradoja nos llega en los versos 63 y 64. Se trata de cierto juego conceptista:
«por las verdades que dijo, / que nunca fueran verdades». Zaida se refiere a
que Tarfe dijo como verdad que ella se había ofrecido a Zaide, lo cual, en el siguiente
verso queda desmentido por la mujer, así como reforzado más adelante, en
el verso 66, cuando refiriéndose a la acusación, dirá ella: «¡qué donoso
disparate!».
Y
cerrando la primera intervención de la mujer ofendida, el autor crea este verso
con el recurso del políptoton aplicado al verbo hablar: «que me hables y te hable», así como la incidencia de la rima interna.
Llegados
al final del poema, leemos: «Quien tal hace, que tal pague». Se trata de una forma
de cierre en la que el autor ha querido describir, una vez más, a la dama como
una persona resolutiva. Para ello el poeta se sostiene, en gran medida, en una
estructura bimembre, así como, de nuevo, en una rima interna en asonante.
Conclusión
Vida y literatura se dan la mano cuando hablamos de Lope de Vega. Su caso particular queda literaturizado, como si no pudiendo guardárselo entre los secretos, el poeta tiene que lanzarlo al ruedo del papel. Este ejemplo es válido para ilustrar lo que decimos, como también es válido como muestra del quehacer de su época que, como en Góngora o Quevedo, entre otros renuevan el romancero; es decir, partiendo de las formas tradicionales, recrearán historias nuevas.
Como
todo romance, este también sigue la forma narrativa, aun con secuencias
dialogadas e incluso líricas. Los recursos destacados son de tipo sintáctico, pero también semántico. La tensión poética, la mantiene la voz segura y contundente de Zaida, que nos conduce al final del poema, que no deja de ser la consecuencia de todo lo dicho por ella anteriormente. Decíamos, contundente, pero, añadimos, sin alcanzar el clímax. Por otro lado, alejándose de las características del romancero viejo, llegamos a un final claro y cerrado, tantoi como la respuesta que dirige Zaide a Zaida en la segunda parte del romance y que no aparece en la presente muestra. En definitiva, queda lejos de los finales truncados en la tradición romancística.
Webgrafía
[1]
Se refiere a colores, pues para el color del rostro se utilizaba el femenino.
[2]
Avergonzada.
[3]
Se refiere a Zaide.
[4]
Cortas.
[5]
Atrevimientos, libertades.
[6]
Los que son como tú.
[7]
DRAE: Miembro de una familia del reino musulmán granadino del siglo XV, rival de la de los zegríes.
[8]
Sobre las vicisitudes del amor entre Lope y Elena Osorio: https://nomesjoana.wordpress.com/2011/12/31/mira-zaide-que-te-aviso-lope-de-vega-versus-elena-osorio/
[9]
Se refiere a colores, pues para el color del rostro se utilizaba el femenino.
[10]
Avergonzada.
[11]
Se refiere a Zaide.
[12]
Personaje que en la recreación de Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada, es llamado Audalá Tarfe.
Muchas gracias, Antonio. Espero poder ayudarte. Un abrazo.
ResponderEliminarFantásticos los comentarios de los poemas, de los mejores que estoy encontrando por Internet. Están realmente completos y bien redactados, son muy fáciles de entender y de aplicar. Muchísimas gracias al autor, estoy preparándome para la selectividad y estos textos son mano de santo.
ResponderEliminarTiene usted a una fiel seguidora.
Un saludo!
Gracias, Maria. De hecho decidí colgar los comentarios para facilitar el estudio a mis alumnos y, por extensión, también a aquellos que no lo son. Un abrazo.
ResponderEliminarHola ayudarme con la metrica .. definicion de todos
ResponderEliminarHola, José Luis. Sobre la métrica de este poema, así como de otros de este blog, la puedes encontrar en el apartado de Estructura externa.
ResponderEliminarYo me lo sabía con el verso 3 y el 4 intercambiados, incluso por rima "suena mejor". ¿Es posible que sea una errata?
ResponderEliminarCierto, Nacho. Tienes toda la razón. Como verás, ya he cambiado el orden de los versos. Muchas gracias.
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