Autor: Jorge Gamero
Código ISBN: 978-84-938895-7-9
Editorial: Editorial Gramática Parda
Precio: 14,00 €
Cuando Jorge Gamero me propuso que lo acompañara en la
presentación de su libro, me vino encima una lluvia de conversaciones, comidas,
encuentros profesionales, pero sobre todo me vinieron las charlas propias de
una complicidad de años en torno a la literatura. Entre él y yo podemos tratar
cualquier tema, pero el tema estrella siempre ha sido el de la literatura.
Además, saber que un autor de referencia como Luis Landero lo había presentado
en Madrid, y yo poder ocupar la silla de Landero, en Cornellà (Barcelona), no
dejaba de ser un buen motivo.
Junto a pocos elegidos, he tenido
la ocasión de leer sus obras antes de concretarse en libro, cuando todavía
palpitaban musas, dudas, anhelos y antes de tener la forma precisa que después
les ha dado la publicación: El leedor fósil
(March Editor, 2005) o Simón, no; Saimon (Ed.
Alfaguara, 2012).
Tengo muy presente encuentros en
los que nos explicábamos proyectos para un posible libro. Cuando nos decíamos,
tengo tal idea, a ver si… y después, la consecución del proyecto: he encontrado
una editorial que… Mira este contrato, Jordi, a ver si se parece al tuyo. Ahí
la expectación asomaba por los ojos, se mezclaba con la alegría y siempre, por
mi parte, mucha envidia, la envidia sana que por un lado te satisface por el
logro del amigo y a la vez te gustaría paladear ese logro como sabes que él lo
está paladeando en ese momento.
Pero vayamos al nuevo libro. Hoy
hablaré de Las tres caras de la moneda.
El segundo libro de relatos de Jorge Gamero, editado por Gramática parda. ¿Por
qué no hablar de la portada como preámbulo a la letra? Desde el primer momento,
la ilustración me pareció una genialidad y, no solo eso, sino que además, desde
mi universo particular de la literatura, lo asocio a un libro que para muchos
lectores y escritores ha representado una aspiración, que no es otro que Juegos de la edad tardía.
En ocasiones, cuando observamos
un cuadro y nos sentimos algo desorientados, miramos el título y de golpe todo
se reordena, todo tiene sentido, todo lo que observábamos algo despistados
parece que se cohesiona en una totalidad. Algo similar me ha sucedido con este
libro. Nada más falso y nada más cierto que las tres caras de la moneda, porque
las monedas tienen tres caras y no dos.
De hecho la estructura que sigue
es la de tres partes:
Gajes del oficio
Esta primera parte resulta una
reflexión en torno a la literatura. Es la parte metaliteraria en la que se
homenajea a la misma literatura. Gamero se detiene en aspectos tradicionales
dentro del cosmos literario, como El café,
con el que rompe el hielo en el intento de contrastar el lugar mítico con el
lugar actual. A continuación entra en un texto lúdico con la aportación de
¿cuántos títulos?, para crear una historia; es decir, a base de reciclar títulos
de obras literarias crea un argumento en, cómo no, Reciclaje. Ese juego al que me refiero se extiende también en la
misma sintaxis:
«Así, revivía lo leído unas veces, y releía lo vivido otras
tantas en una constante orgía de confusiones.»
Se trata de un cuento bien resuelto,
con habilidad y con coherencia.
Asma, otro de los relatos. Aparece en un plano real y en un plano
metafórico. Yo lo relaciono con la falta de aire, con la impresión que pudiera provocar en alguien la experiencia creadora de la escritura.
La presentación, sobre el mundo que rodea a la literatura. Lo más
banal, pero que es parte del engranaje que lamentablemente interviene en la
promoción de algunos libros para algunas editoriales. Ahí observamos que si hay
algo auténtico no es precisamente lo más vistoso.
Comunicación es un cuento divertido en el que se depura todo lo
superfluo. No se narra, la elipsis es total. Con retazos de anuncios de
contactos se muestra una realidad determinada en la que la figura del escritor, no
desvelaremos más, no se muestra muy reconocido socialmente. Trasfondo y juego
literario. Vayamos a algún ejemplo:
«Chico de 21 a. busca chica de 21
a. a quien le guste la filatelia y follar.»
«Como vuelvas a anunciarte aquí,
te mato, ya sabes quién soy.»
«Cornudo, 30 a., busca venganza,
no lo hago tan mal, pagaría por horas.»
Es un relato con buena conclusión
y con ese elemento sorprendente al final, como es habitual en los cuentos que
recoge el libro.
Este apartado primero acaba con Coitus interruptus. Aquí aparece la duda
entre hacer el amor o escribir; el final, con una precisa ironía. Al personaje
principal lo presenta el narrador con claras pinceladas:
«Es un escritor que no escribe
cada día y un escritor que fornica con la frecuencia aproximada de la maldita
media nacional.»
Con ello queda perfectamente dibujado para poder ubicarlo en la tesitura
que plantea el relato. Se pide la comprensión entre la necesidad de escribir y
la necesidad de amar, que no siempre son reconciliables.
En la segunda parte del libro
quedan atrás esos elementos vinculados con el mundo de la escritura para
centrarse en un tema universal, el tema del amor, presente en formas tan
variadas. Atravesamos como lectores esa frontera de los momentos impagables y
de plenitud y llegamos a los momentos de inflexión y caída de: Confianza. En algunos relatos el amor
desemboca en situaciones fantásticas, como La
giganta, La masajista o en Amor total. En otros, como Libre de pecado o Habitaciones, nos presenta el amor adúltero, el de la infidelidad.
De todos los que conforman la segunda parte, yo destacaría los relatos fantásticos.
Ese paso de lo real, de lo verosímil y habitual, hacia el mundo de lo imposible, tiene
lugar por esa intensidad del amor, que no conlleva otra posibilidad que
transgredir las leyes de la física. Me refiero, sobre todo, a La masajista y a Amor total. En este tipo de relato, no podemos dejar de preguntarnos si ese punto en el que desemboca la historia es literalmente como se escribe o
bien hemos de entenderlo metafóricamente, pues hay elementos que permitirían la
doble lectura.
El último bloque: Y
otros asuntos pendientes
El análisis podría ser pormenorizado, pero para no cansar,
me quiero detener en uno de los textos sobre el resto, en Ya no es lo que era. No sé si será el preferido de los lectores.
Pero de lo que sí estoy convencido es de que se trata de un cuento rotundo.
También sé que tal vez no sea demasiado objetivo al valorarlo porque es un
cuento que, como lector, ya me hubiese gustado encontrarlo en El leedor fósil, pues era de esa época
y porque el texto se lo merecía. Sí me alegra, como no podía ser de otra manera, verlo al fin publicado. En
ese cuento, como en otros, a Jorge Gamero le gusta llevarnos por caminos para
después engañarnos. Nos conduce por lugares por donde podemos llegar a creer
que por allí nos encontraremos con algo sorprendente; sin embargo, una vez nos
sitúa, nos muestra en la lejanía el otro camino, que era en verdad el interesante, pero para
ello, para poder apreciar la totalidad que consideramos fascinante, era preciso
ganar la perspectiva desde el camino falso. Por eso encontramos que en algunos
de estos relatos es en las últimas líneas donde se completa el sentido de
todo lo anterior. Vale.
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