Antología poética de los Siglos de Oro
A lo largo de estas nuevas páginas de Librosytal, voy a dedicarme al comentario de algunos poemas de Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. La intención de alterar este espacio dedicado a la literatura contemporánea, no es otro si no el de facilitar a mis alumnos el estudio del programa oficial sobre literatura. Sé que todo comentario conlleva el riesgo de no coincidir con el punto de vista del lector, si fuese así, lo asumo de antemano y espero que entre el posible disentimiento, también se encuentre alguna conformidad. Muchas gracias.
Contextualización
A lo largo de estas nuevas páginas de Librosytal, voy a dedicarme al comentario de algunos poemas de Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo. La intención de alterar este espacio dedicado a la literatura contemporánea, no es otro si no el de facilitar a mis alumnos el estudio del programa oficial sobre literatura. Sé que todo comentario conlleva el riesgo de no coincidir con el punto de vista del lector, si fuese así, lo asumo de antemano y espero que entre el posible disentimiento, también se encuentre alguna conformidad. Muchas gracias.
Garcilaso de la Vega, a pesar de haber sido uno de los grandes poetas del Renacimiento, jamás pudo ver publicados sus versos, pues estos aparecieron en 1543 y él murió en 1503. |
Contextualización
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Introducción a los Siglos de Oro.
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Estancia en Nápoles. Métrica italiana.
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El soneto: Giacomo da Lentini (1210?-1260?)
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Andrea Navagiero.
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Contextualización de Garcilaso de la Vega.
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Trayectoria poética y fuentes en Garcilaso de la Vega.
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Isabel Freyre.
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Paralelismo con Il canzoniere de Petrarca.
·
Neoplatonismo.
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Conocimiento del mundo clásico.
Garcilaso de la Vega
Soneto XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el
cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra
alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el
viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
Premisa
Para el
comentario de este soneto vamos a seguir de cerca las observaciones de Edward
F. Stanton, cuya traducción encontramos en el volumen II de Historia y crítica de la literatura española.
En cuanto a la estructura del comentario, emplearemos la siguiente disposición:
- 1. Introducción
- 2. Tema
- 3. Estructura externa
- 4. Estructura interna
- 5. Análisis
- 6. Conclusión
1.
Introducción
Tenemos delante un soneto de
Garcilaso de la Vega,
poeta referente de la primera mitad del S. XVI. Conocedor de las formas
métricas italianas, se lanza a la aventura poética de escribir. Es,
posiblemente, el poeta más destacado del Renacimiento español. Poeta soldado,
como tantos otros, que dejarán huella en la literatura española.
2.
Tema
Como buen renacentista, el tema predilecto
de su pluma será el del amor. Sin embargo, en este poema no sería precisa la
anterior afirmación. Aquí el amor se muestra en su vertiente más sensual. La
dama se debate entre acceder o no a lo que la edad y el amor le ofrecen.
3.
Estructura
externa
La composición que nos ocupa el
comentario es un soneto. Como es habitual, nos encontramos con los catorce
versos endecasílabos, divididos en los dos cuartetos y los dos tercetos, con la
rima consonante y cuya estructura es ABBA/ ABBA/ CDE/ DCE. Recordemos que los
cuartetos no modifican la rima, en cambio los tercetos, sí. El requisito para
los tercetos es que mantengan la rima encadenada, es decir, la presencia de la
rima del primero en el segundo, sin importar en qué orden aparezca.
Todos
los versos forman parte de algún encabalgamiento, del 1 al 11, el primero, y el
segundo, para los versos 12-14.
4.
Estructura
interna
El texto se puede dividir,
fundamentalmente, en dos partes, correspondiéndose la primera con los
cuartetos. Aquí predomina la descripción física de la dama a la que se dirige
el poeta. Podemos imaginarla físicamente, así como su aspecto juvenil. La
segunda parte, alejada de los motivos descriptivos de la mujer, se puede
dividir en dos subapartados, uno para cada terceto. El primero es un apóstrofe:
el poeta se dirige a la dama. En el segundo, la intervención del poeta encierra
el conocimiento y la experiencia que le llevan a afirmar lo que acontecerá,
pero, a la vez prolongando el sentido que se apuntaba en los dos últimos
versos del primer terceto.
Según Baltasar de Castiglione, Garcilaso de la Vega fue el caballero que mejor representó las características del cortesano renacentista. |
5.
Análisis
En el primer verso ya nos
encontramos con las metáforas esenciales del poema, rosa, azucena, que nos conducirán, por un lado, al aspecto físico
de la dama, así como a la dubitación o lucha que acontece en su interior. Para
ello, Garcilaso juega con el campo cromático y simbólico que encierran tales
metáforas. Centrémonos en el color de las mencionadas flores y de la simbología
cromática. En nuestra experiencia, básicamente, la rosa es roja y el rojo
encierra pasión, intensidad, fogosidad, etc; por contra, la azucena es de color
blanco a lo que unimos la pureza y, además, la contención. Ahí tenemos la
incertidumbre que conoce esa dama del poema: dejarse llevar por la pasión, por
lo que su juventud le pide, o bien, lo que, tal vez las formas sociales, la
desconfianza o la razón le dictan.
Las
metáforas citadas se refuerzan en los versos 3 y 4.
y que vuestro mirar ardiente,
honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
En la mirada
(v.3) convergen los dos aspectos, el de la pasión y el de la contención, que
nosotros podríamos desgajar y oponer del siguiente modo, teniendo en cuenta la
paradoja, mirar ardiente, honesto,
recurso escogido por el autor para representar el debate interior de la dama:
A rosa-ardiente-enciende B azucena-honesto-refrena
No olvidemos
que si enciende el corazón, este no es otro que el del poeta, por lo tanto, es
ahí donde encontramos la presencia del poeta, aunque no sea esta presencia
gramatical.
Otro aspecto a
valorar, relacionado con los recursos utilizados por Garcilaso, sería la
hipérbole vinculada al amor, la pasión, etc. Leemos: enciende el corazón… El sentido de la hipérbole es intensificar la
situación de la mujer, indicar los dos extremos, o sea, el sentirse zarandeada
por la duda.
Dice Edward F.
Stanton lo siguiente:
El primer cuarteto
sienta las bases estructurales del poema.
Es importante
destacar que ya en el segundo verso observamos que el poeta se dirige a la dama, vuestro gesto y que se repetirá
en el verso tercero, vuestro mirar…
Aquí el apóstrofe aporta plasticidad al texto, casi lo hace teatral y, sobre
todo, nos insta a visualizar la escena en la que Garcilaso se dirige a la dama.
En el primer terceto incidiremos en este recurso.
Es
significativo que el primer cuarteto se cierre con un punto y coma y no con un
punto, lo cual consideramos que establece una continuidad entre los dos
cuartetos, es decir, inciden en el segundo los aspectos relevantes ya anotados
para el primero. Esta idea se refuerza en las primeras palabras del quinto
verso, que constituye una anáfora: Y en
tanto que, para coincidir los dos principios de los cuartetos.
La segunda estrofa prosigue con la descripción de la mujer.
Muestra la belleza de los cabellos rubios y piel blanca, lo cual se acoge a la
tradición petrarquista, pues presenta a una mujer que conocemos en el
Renacimiento como la donna angelicata,
cuyas características se incrementan a través de otra hipérbole: y en tanto que el cabello, que en la vena/
del oro se escogió. A esa intensificación de la belleza de la dama, el
poeta le añade el movimiento de los cabellos para seguir acentuando la
sensualidad, valiéndose de la gradación verbal del último verso del segundo
cuarteto: el viento mueve, esparce y
desordena.
Llegados a los
tercetos, nos encontramos con que la continuidad conceptual de los cuartetos se
refleja en la continuidad sintáctica con los tercetos. Observamos que el
segundo cuarteto queda abierto en el punto y coma final, con lo que se prolonga
el enunciado a lo largo del primer terceto. Aquí observamos que, desde el
primer verso hasta el final del primer terceto, todo es una oración, cuyo verbo
más expresivo es el imperativo coged.
Ahora el poeta utiliza el imperativo para dirigirse a la dama. ¿Es mandato,
orden…? Se trataría de un ruego, un buen consejo del poeta, que nace de la
experiencia. En este verso nos introducimos en una serie de metáforas
vinculadas con las estaciones del año, fruto
y primavera, y, aunque no lo cita, sí
alude a las consecuencias de la estación invernal (v. 11). En el verso 9, primavera forma sintagma con alegre. A través de la personificación (alegre primavera) y del epíteto, el
poeta recoge toda una tradición cultural alrededor de la alegría de la
primavera. En el verso siguiente (V. 10), a través del epíteto dulce que acompaña al nombre fruto, se refuerza el concepto
presentado en primavera. Todo ello
contrastará con el verso 11 al aparecer las derivaciones del invierno: cubra de nieve la hermosa cumbre,
aportando con ello la metáfora nieve, que
representa las canas de la vejez, como también cumbre para referirse a los cabellos de la dama.
Al iniciar el segundo terceto nos volvemos a encontrar con un verbo. Ahora se trata del futuro de indicativo, Marchitará, porque el poeta traslada la situación del presente al futuro para conseguir ilustrar lo que sucederá, inevitablemente. Es reflexión y es certeza, presentado mediante metáforas altamente connotativas. Garcilaso nos habla de rosa para poetizar la juventud; nos habla de el viento helado para aludir al invierno, la estación que se impone a lo anunciado anteriormente, donde era obvia la vinculación a la alegría y a la primavera. Y termina el poema con dos versos que forman un encabalgamiento que tiene valor de sentencia y aportan un valor universal e impersonal:
Al iniciar el segundo terceto nos volvemos a encontrar con un verbo. Ahora se trata del futuro de indicativo, Marchitará, porque el poeta traslada la situación del presente al futuro para conseguir ilustrar lo que sucederá, inevitablemente. Es reflexión y es certeza, presentado mediante metáforas altamente connotativas. Garcilaso nos habla de rosa para poetizar la juventud; nos habla de el viento helado para aludir al invierno, la estación que se impone a lo anunciado anteriormente, donde era obvia la vinculación a la alegría y a la primavera. Y termina el poema con dos versos que forman un encabalgamiento que tiene valor de sentencia y aportan un valor universal e impersonal:
todo lo mudará la edad ligera, / por no
hacer mudanza en su costumbre.
Estos
tercetos, a modo de conclusión, cierran la opción de continuar. Es concluyente
sobre todo porque se trata de una certeza rotunda. No se puede añadir más, pues
es el punto donde debía desembocar la reflexión que presenta el poeta. Incluso
en los últimos versos (13-14) el poema baja el tono elevado hasta aproximarse a
la prosa. Edward F. Stanton dice que se trata de una reiteración de los versos 9-11. Lo considera redundante,
básicamente, después de haber escrito Mudará
(v. 12) volver a la misma idea, con la insistencia de hacer mudanza (v. 14). No olvidemos, por el contrario, que esos
mismos versos alcanzan un valor rotundo y universal.
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
por no hacer mudanza en su costumbre.
6.
Conclusión
El poema se
construye con una serie de oposiciones, de manera que se crean algunos grupos
metafóricos, algunos de ellos, A,B y C, de carácter sensorial:
Pasión Contención
A rosa/ardiente /enciende B azucena/ honesto/ refrena
Juventud Vejez
C alegre primavera/ dulce
fruto D tiempo airado/ nieve
Los grupos A y C aportan valores
positivos, vitalistas, incluso podríamos decir, renacentistas. Los grupos B y D
se aproximan, según la intención del poema, a valores con carga negativa. El
grupo de la contención, menos vitalista y más racional que el A, se ajustaría a
valores más conservadores. En cuanto al grupo D, diríamos
que representa lo inevitable, de lo que no se puede huir, luego el único
consuelo que nos aporta la experiencia del poeta sería el de disfrutar la
juventud.
No olvidemos el uso de los
apóstrofes para aportar plasticidad a la escena. Para desembocar,
fundamentalmente en los tercetos, en el tópico latino del carpe diem, pues el poema se desarrolla en orden creciente, cuyo in
crescendo alcanza su punto de mayor intensidad en los tercetos.
Para cerrar el comentario, recordemos las palabras de Edward F. Stanton:
El soneto de Garcilaso está vertebrado intelectualmente, y tiene además un lenguaje fluido y armonioso; cautiva la inteligencia al mismo tiempo que los sentidos. Como los ojos de la dama es a la vez apasionado y lleno de reserva, provoca y contiene al corazón al mismo tiempo. Su acierto estriba en la rigurosa estructura intelectual que se ha vestido con un bello lenguaje. Los dos principios, el intelecto y la retórica, aparecen así reunidos.
El soneto de Garcilaso está vertebrado intelectualmente, y tiene además un lenguaje fluido y armonioso; cautiva la inteligencia al mismo tiempo que los sentidos. Como los ojos de la dama es a la vez apasionado y lleno de reserva, provoca y contiene al corazón al mismo tiempo. Su acierto estriba en la rigurosa estructura intelectual que se ha vestido con un bello lenguaje. Los dos principios, el intelecto y la retórica, aparecen así reunidos.
Historia y crítica de la literatura española II. Coordinador general, Francisco
Rico; coordinador del segundo volumen, Francisco López Estrada. Editorial
Crítica, Barcelona 1980.
Edward F. Stanton, Garcilaso’s sonnet XXIII, Hipanic
Review, XL (1972, pp.198-205)
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