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Monte Parnaso |
Oda XI
Al Licenciado Juan De Grial
Recoge ya en el seno
el campo su hermosura, el cielo aoja1
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.
Ya Febo2 inclina el paso
al resplandor egeo3; ya del día
las horas corta escaso;
ya Éolo4 al mediodía,
soplando espesas nubes nos envía;
ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados5
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.
El tiempo nos convida
a los estudios nobles, y la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la postrer llama;
alarga el bien guiado
paso y la cuesta vence y solo gana
la cumbre del collado
y, do más pura mana
la fuente, satisfaz tu ardiente gana;
no cures si el perdido
error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento,
cuanto es fugaz y vano aquel contento;
escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antiguo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,
no esperes que podré atener6 contigo,
que yo, de un torbellino
traidor acometido y derrocado
del medio del camino
al hondo, el plectro amado
y del vuelo las alas he quebrado.
Juan de Grial
Geórgicas (Virgilio)
Humanismo
Métrica italiana
Introducción
Se trata de un poema de Fray Luis de León. La
composición está dedicada a su amigo, el licenciado Juan de Grial, editor y
humanista. Tanto el tema, la forma, como el motivo, son propios de la
literatura renacentista.
Tema
El tema del poema es el de la amistad. El poeta envía
a su amigo sabios consejos al tiempo que ánimos para que este escriba.
Estructura
externa
La composición de Fray Luis se compone de ocho liras, con su estructura característica: 7a, 11B, 7a, 7b, 11B y la rima consonante.
Aunque el uso del encabalgamiento es habitual en los versos de Fray Luis, llama
la atención cuando se encuentra, como es el caso, uniendo diferentes estrofas,
como sería en las liras 2 y 3, así como de la 4 hasta la 8.
Estructura
interna
El poema se divide en tres partes. Las tres primeras
liras constituyen la primera. En ella, igual que en otras composiciones del
poeta agustino, se centra en aspectos previos a lo fundamental del poema, como
sería la descripción emotiva del momento estacional. En la segunda parte, desde
la cuarta lira hasta el verso 34 («caro
amigo»), que es donde el poeta le pide a su amigo que
se lance a la escritura. Empezaría la tercera parte de la composición, hasta el
final, a partir del citado verso. Aquí apreciamos el contraste con la propuesta
anotada para Grial, pues el autor se manifiesta incapaz de unirse al amigo.
Análisis
En los primeros versos el poeta nos sitúa en la
estación otoñal. Lo hace aportando la imagen fundamental que dice:
«hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.»
En ese mismo sentido encontramos la alusión a Febo, dios
del Sol, y la afirmación: «ya del día/ las
horas corta escaso;», así como: «y, el yugo al cuello atados,/ los
bueyes van rompiendo los sembrados», momento para arar la tierra.
La
segunda estrofa emerge con la intención de incrementar el ritmo de la
composición, ayudándose en tal cometido con el uso de la anáfora: «Ya Febo» (v.6), «ya del día» (v. 6) «ya Éolo»
(v.9), «ya el ave vengadora» (v.11). La idea rítmica anotada se refuerza con
otra anáfora, esta vez con el uso del polisíndeton «y», de los versos 13 y 14.
A lo
largo de la composición son numerosas las alusiones mitológicas, acogiéndose el
autor a los preceptos renacentistas. Así, pues, tales alusiones sirven para
ilustrar el caso del que se ocupa el poeta. Estas menciones son para Febo,
Éolo, Íbico y el monte Parnaso. Para este último, destaquemos el fervor poético,
al llamarlo «sacro monte».
Entre
los recursos más destacados en el poema, observamos el uso del hipérbaton, que
ya encontramos en el primer verso: «Recoge ya en el seno/ el campo su hermosura». Reordenándolo,
sintácticamente, tendríamos: «el campo ya recoge su hermosura en el seno». Otras
muestras las obtenemos en la segunda lira:
«(…) ya del día
las horas corta escaso;
ya Éolo al mediodía,
soplando espesas nubes nos envía;».
cuya prosificación nos daría: «el día escaso ya corta
las horas», y «Éolo ya nos envía soplando espesas nubes». Con este uso del
hipérbaton, el autor antepone unas palabras a otras en función de lo que pretenda subrayar.
También
es un recurso destacado el apóstrofe, presente en los verbos y en las
invocaciones, «Grial» (v. 23) y «caro amigo» (v. 34). Recordemos que en
veintiuna de las veintitrés composiciones de Fray Luis de León, que podemos
confirmar como suyas, el poeta se dirige a un receptor en un apóstrofe. Con
este recurso aparece el poeta más sincero a la vez que próximo.
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Eolo, dios del viento |
A
partir de la cuarta estrofa, entrados en la segunda parte, el poeta intensifica
el ritmo mientras utiliza el apóstrofe. Adquieren enfatizada importancia los
verbos: «alarga», «vence», «gana», «satifaz», «no cures», «admira», «escribe»,
que son imperativos a la vez que sinceros consejos del poeta. Y después del
ritmo adquirido, básicamente con el uso de los verbos, el poeta añade un
elemento primordial, su presencia, hasta ahora ausente. Desde el verso 35 se
refleja en los versos, «no esperes que podré
atener contigo», para continuarse en
la última lira, donde encontramos al poeta como víctima de un agravio
impreciso, dado que hace uso de la metáfora «torbellino», y que el lector puede
conjeturar buscando momentos en la biografía del poeta, que pudieran haber sido
decisivos. Algunas de estas elucubraciones situaban a Fray Luis en prisión en
los momentos de la escritura, con lo cual se justificaba que el poeta no
pudiese participar de aquello que propone para su amigo, situación que Emilio
Alarcos
desmiente.
Es la
metáfora otro de los recursos socorridos en el poema, como la citada «torbellino»,
o bien, la ya fosilizada «camino», con tantas reminiscencias de la Divina comedia, «del medio del camino» (v.
38). Aquí se alude a una paz o sosiego, frente a la expresión «al hondo», con
la que se forma una antítesis. Sin olvidar el término «alas», (que en el verso
se muestran imposibilitadas), metáfora para aludir, si hubiese sido posible, a
la ocasión de acompañar al amigo en el propósito que el poeta le expresaba.
La
personificación es otra característica frecuente en el poema. Leemos que el
cielo «despoja» (v. 5), que el día corta las horas (vv.7 y 8), que el«ave
vengadora» (v. 11) con «voz ronca llora» (v. 13), que «El tiempo nos convida».
En la
obra de Luis de León, común es, sin ninguna duda, la presencia del epíteto.
Leemos en el tercer y cuarto verso: «Ameno verdor», «caro amigo» y «torbellino
traidor» en los versos 36 y 37, donde lo implícito del sustantivo se destaca a
través del adjetivo.
Conclusión
La Oda XI de Fray
Luis de León trata el tema de la amistad. La estructura que el poeta ha seguido
es la de ir introduciéndonos en unas circunstancias temporales, adecuadas para
el recogimiento que requiere la creación literaria. A continuación, haciéndose
servir del principal recurso utilizado, el apóstrofe (pues ocupa gran parte del
poema), apunta su reflexión invocando al amigo para que se dedique a escribir.
Desde el verso treinta y cinco hasta el final nos detenemos en la presencia del
poeta. Es decir, asistimos a un giro inédito hasta el momento. Parece que,
uniéndose a la manifestación de amistad, el poeta muestra su hondo abatimiento.
Webgrafía
file:///C:/Users/Admin/Downloads/Dialnet-UnaOdaDeFrayLuisDeLeon-136159.pdf
muy interesante. Gracias por compartir
ResponderEliminarGracias a ti, Beatrizgp. Saludos.
ResponderEliminarGran analisis. Gracias
ResponderEliminarme sirvio para poder copiar en mi examen, gracias
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