lunes, 5 de octubre de 2015

Soneto X: ¡Oh dulces prendas por mí mal halladas...



Contextualización

  • Isabel Freyre
  • Introspección


Soneto X



¡Oh dulces prendas por mí mal halladas,
dulces y alegres, cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto al mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.


  • Introducción
Se trata de uno de los 38 sonetos de la obra de Garcilaso de la Vega, poeta de la primera mitad del Renacimiento español (Ver comentarios anteriores). Se cree que el poema sería compuesto al poco de morir Isabel Freyre.

  • Tema
El tema de la composición, como es habitual en la poesía de G. de la Vega, es el amor. Un amor doloroso para el poeta, pues en el presente la realidad ha cambiado, con lo cual, el recuerdo de aquel amor hoy le resulta tormentoso. Frente al triste presente, destaca el pasado como el momento de felicidad.

  • Estructura externa
Nos encontramos con un soneto clásico compuesto por los catorce endecasílabos divididos en dos cuartetos y dos tercetos, con la rima consonante. Esta sería la estructura del poema: 11A, 11B, 11B, 11A/  11A, 11B, 11B, 11A/  11C, 11D, 11C/  11D, 11C, 11D.
         Sí vale la pena destacar la rima pobre en seis de los versos (2, 6, 9, 10, 11, 12, 13), pues coincide la rima con formas verbales.
            También destacaría la abundancia de encabalgamientos.

  • Estructura interna
El soneto puede dividirse en dos partes. En la primera, compuesta por los cuartetos,  nos habla Garcilaso de las prendas que la dama ofreció al poeta como muestra de correspondencia amorosa o al menos como muestra de esa posibilidad. El poeta se dirige a las prendas (como lo irá haciendo a lo largo del poema) y observamos que le provocan dolor al recordarle la ausencia de ella. El segundo cuarteto se enlaza con el anterior, señalando el contraste entre la felicidad del pasado y el sufrimiento del presente. Por lo anotado, entiéndase que el primer cuarteto se divide en dos subapartados.Y en la segunda parte, en los tercetos, la invocación se dirige a la dama, pues les solicita la pronta llegada de la muerte y, con ella, el cese del sufrimiento causado por su ausencia. 

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  • Análisis
El poema empieza con una exclamación retórica, que no deja de ser un apóstrofe dirigido a las susodichas prendas que fueron de la dama. A través de la exclamación entendemos la intensidad del dolor que padece el poeta al observar aquello que fue de la mujer. Ni siquiera pretende ponernos en las circunstancias que ocasionaron el cambio y así, aproximarnos paulatinamente al sufrimiento. Por el contrario, nos expone su realidad de forma directa. 
           En la misma exclamación leemos los adjetivos «dulces» y «alegres», los cuales contrastarán con el último verso del cuarteto, consiguiéndose en este contraste una antítesis fundamental: «y con ella en mi muerte conjuradas». Entiéndase en «ella» la «memoria» confabulada con las prendas.
          En el conjunto de la estrofa observamos una antítesis entre felicidad y dolor, que se corresponde con pasado y presente.
            En el segundo verso, todavía dentro de la exclamación retórica, el poeta nombra a Dios con una equivalencia con lo que significaría destino o fortuna. Los designios divinos han posibilitado el cambio entre pasado y presente. La presencia de Dios en este verso puede parecer casi casual, idea que se refuerza en el roce con algunas expresiones coloquiales (cuando Dios quiera, Dios sabrá, como Dios le dio a entender, etc.).
            Valga la pena resaltar la personificación de prendas, que, como un criminal, van mermando la vida del poeta a golpes de recuerdos, hoy hirientes:

«juntas estáis en la memoria mía, 
y con ella en mi muerte conjuradas».

            Tanto la exclamación, la antítesis o la personificación, refuerzan el daño que padece, en el presente, el autor de los versos.
            En el segundo cuarteto, constatamos que de la exclamación pasa a la interrogación retórica, así es cómo se dirige, en otro apóstrofe, a la dama, representada en el pronombre «vos». De igual manera, todo aporta desorientación en el poeta, quien se considera víctima del destino. De nuevo se incide en el contraste entre pasado y presente y su correspondencia entre felicidad y dolor. Hay que señalar que el plural de «representadas», produce cierta confusión gramatical con «vos». Entendemos que se trataba de mantener la rima consonante en «adas», aunque se refiera a la dama representada por las prendas.
           Observamos un profundo dolor, pues si las prendas, en algún momento, fueron el símbolo que confirmaría cierta aceptación de los intereses del poeta por la dama, ahora representan la ausencia de ella. 
           Entrados en las dos últimas estrofas, hemos de decir que en los primeros versos nos encontramos con otras antítesis que refuerzan el estado en el que se encuentra el autor, casi inexplicable para él. Leemos:

«Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes».

          Valga decir que las formas verbales del pretérito perfecto simple, presentes en los tercetos, aluden a la segunda persona del plural, aunque no se ajusten a la formalidad gramatical (serían: llevasteis, disteis, dejasteis, pusisteis, deseasteis), pues se pretende mantener el apostrótrofe dirigido a la dama, quien sigue siendo tratada de vos.
          Observamos la oposición entre «en una hora», que indica un plazo temporal breve, y «por términos», de donde extraemos unas connotaciones duraderas y prolongadas. Este contraste se encadena a otra antítesis: «llevastes», en el sentido de desposeer y «me distes». Ambas antítesis acentúan el vaivén del destino, el torbellino de dolor que está conociendo el caballero.
            Llegados al último verso («verme morir entre memorias tristes»), parece que la palabra se ha vuelto llanto, que la fuerza de la exclamación retórica del principio se ha transformado en balbuceo, lo cual acrecienta el penoso estado del poeta, quien ahora sin fuerzas, solo es capaz de balbucir. El recurso utilizado para expresar el sufrimiento es en esta ocasión el de la aliteración. La combinación de emes y de erres se coordinan para producir el efecto señalado. El poeta nos deja su imagen sumida en la tristeza y en el dolor, pero con la mirada puesta en esas prendas que le ocasionan el lamentable estado que nos muestra.

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  • Conclusión
Se trata de una página más en el cancionero personal de Garcilaso. Aquí se añade otro episodio de su historia sentimental. Poema conmovedor, pues el desamor es, en estos versos, irreversible. Curiosamente el tono del poema nos conduce, por un lado, en lo que a intensidad poética se refiere, a un orden creciente, pues se logra el clímax en el último verso; sin embargo también observamos que la voz del poeta se debilita en el recorrido del soneto, En tanto a la forma, se diría que el orden es decreciente, pues si empieza con un reflejo de su dolor reforzándolo con una exclamación retórica, llegados al final, su voz se muestra débil y balbuciente.


Webgrafía
 http://users.ipfw.edu/jehle/poesia/dulcespr.htm
 https://tirardelengua.wordpress.com/2011/11/24/soneto-x-oh-dulces-prendas-por-mi-mal-halladas/
 http://lamiradadeunlector.blogspot.com.es/2014/04/comentario-de-textos-garcilaso-de-la.html

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