jueves, 5 de noviembre de 2015

Ándeme yo caliente y ríase la gente

 Ándeme yo caliente y ríase la gente
           
           Ándeme yo caliente
            y ríase la gente.
         
           Traten otros del gobierno
            del mundo y sus monarquías,
5          mientras gobiernan mis días                                          
Resultado de imagen de siesta            mantequillas y pan tierno,
            y las mañanas de invierno
            naranjada y aguardiente,
            y ríase la gente.

10        Coma en dorada vajilla
            el príncipe mil cuidados[1],
            como píldoras dorados[2],
            que yo en mi pobre mesilla
            quiero más una morcilla
15        que en el asador reviente,
            y ríase la gente.

Resultado de imagen de barco renacimiento            Cuando cubra las montañas
            de blanca nieve el enero,
            tenga yo lleno el brasero
20        de bellotas y castañas,
            y quien las dulces patrañas[3]
            del rey[4] que rabió me cuente,
            y ríase la gente.




      Busque muy en hora buena
25  el mercader nuevos soles;                                         
            yo, conchas y caracoles
            entre la menuda arena,                                                     
            escuchando a Filomena
            sobre el chopo de la fuente,
30        y ríase la gente.

            Pase a media noche el mar,
            y arda en amorosa llama
            Leandro por ver su dama,
            que yo más quiero pasar                                                           
35        del golfo de mi lagar
            la blanca o roja corriente,                                                     
Resultado de imagen de piramo y tisbe            y ríase la gente.

            Pues Amor es tan crüel,
            que de Píramo y su amada
40        hace tálamo una espada,
            do se junten ella y él,
            sea mi Tisbe un pastel,
            y la espada sea mi diente,
            y ríase la gente.


Contextualización

Letrillas
Diferentes corrientes literarias
Poesía tradicional
Poesía culta
Tópicos latinos

Introducción

Nos encontramos ante un poema de Luis de Góngora, concretamente ante una letrilla; es decir, un poema con intención jocosa. El texto se compuso en 1581, por lo tanto, todavía en el siglo XVI. Aunque Góngora es un poeta que tradicionalmente los suscribimos al estilo más culterano, no olvidemos que una amplia producción poética suya se ajusta a los cánones propios de lo popular. Es bien sabido que lo popular gozó de gran estimación en los Siglos de Oro, esta composición sería una buena muestra de ello, pues aquí se funde el verso de corte tradicional, con el de tratamiento culto.

Tema

Se trata de una visión burlesca y anacreóntica del tópico horaciano del beatus ille y del tema del menosprecio de corte. En palabras de Robert Jammes y de Alfonso Reyes, se trataría de la rebeldía burguesa (no confundamos con lo burgués en el sentido contemporáneo) frente a las clases dominantes.

Estructura externa

La obra se divide en seis estrofas. Cada una de ellas puede ser considerada como una variante del villancico, pues encontramos un estribillo inicial, que intenta sintetizar la esencia del poema; de ahí pasamos a los versos de la mudanza, otro de vuelta, para acabar en el último verso, a modo de estribillo.
           
            «Ándeme yo caliente
            y ríase la gente. (Estribillo)
         
            Traten otros del gobierno
            del mundo y sus monarquías,
5          mientras gobiernan mis días
            mantequillas y pan tierno,
            y las mañanas de invierno (5 versos de mudanza)
            naranjada y aguardiente, (verso de vuelta)
            y ríase la gente. (Estribillo)»


          
           

            Los versos son octosílabos, salvo en el estribillo inicial, pues tienen ambos versos siete sílabas (como el último de cada estrofa), y, además, forman un pareado. En todos los casos con rima consonante. Esta sería la estructura métrica: 8a, 8b, 8b, 8a, 8a, 8c, 7c. En el verso 38 observamos una diéresis: «crüel», para alcanzar la medida de ocho sílabas.


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 Estructura interna

El poema puede dividirse en tres partes. Cada una de ellas abarcaría dos series de versos. Quedaría de la siguiente manera, dejando atrás el estribillo del principio, desde el verso tercero hasta el verso 16, para la primera parte. Aquí el poeta se centra en aspectos relacionados con el placer de la comida, frente a los conflictos del mundo. En la segunda, desde el verso 17 hasta el 30, el autor desestima las incomodidades y peligros que genera la naturaleza y la ambición. La tercera, desde el 31 hasta el 44. En esta, la última parte, los versos se centran en los trances y desgracias que causa el amor, ilustrado con dos ejemplos, lo cual le llevan a alejarse de tal sentimiento.



Análisis

Se trata de versos, que el poeta, partiendo del pensamiento clásico del beatus ille, pretende transformarlos en propuestas de carácter burlesco.
Desde el primer verso, el indefinido «otros» indica lejanía e impersonalidad, casi una apreciación despectiva por parte del poeta. A «otros» les deja los compromisos con el mundo, mientras el poeta prefiere satisfacer sus deseos relacionados con el apetito, y de esta manera, alejarse de inconvenientes.
La presencia del poeta se localiza por primera vez en el verso 5: «mientras gobiernan mis días». A partir de aquí, el poeta se erige en el centro de la composición, permitiéndose despreciar aquello que no le produce placer o comodidad inmediatos; como también se permite ensalzar lo que no represente peligro ni riesgo.
El recurso estilístico que destacamos es el polisíndeton, el cual aparece en cinco de los siete versos de la serie. La presencia repetida de la «y» aporta ralentización, tal vez para mostrar, pausadamente, tanto aquello de lo que se aleja el poeta, como aquello a lo que se aproxima.
            Ya en la segunda estrofa, aparece la ironía con un punto de irreverencia, pues sobre la vajilla dorada del príncipe, superpone la morcilla, constituyendo una imagen que nos conduce a la antítesis. La intención del poeta ha sido anteponer lo materialmente valioso, «dorada vajilla» (v. 10), para después rebajar su valor, prefiriendo algo tan humilde como una morcilla.
        Además, en ese propósito de menospreciar los lujos que conllevan problemas, elige lo sencillo y seguro, y así lo observamos en la comparación «como píldoras dorados», (v. 13), donde entendemos que no por poseer más riquezas siempre conviene más.
Es toda la segunda estrofa un hipérbaton, cuya construcción sintáctica reconstruida sería:

El príncipe, con mil cavilaciones, coma en dorada vajilla como píldoras doradas, que yo quiero más, en mi mesa, una morcilla que en el asador reviente.


Llegados a la tercera estrofa, el poeta enfoca su visión hacia las severidades de la naturaleza. Habla de montañas, de enero, y ello se matiza con el epíteto «blanca nieva». Como queda anotado en otros comentarios, el epíteto, lejos de aportar una característica innecesaria al nombre, lo actualiza y le otorga plasticidad. Frente a las durezas del clima, el poeta presenta su visión alternativa, que no es otra que la escena hogareña del fuego y la comida de invierno. De nuevo Góngora hace uso del hipérbaton; dice: «Cuando cubra las montañas / de blanca nieve el enero» (v. 17 y 18), que podríamos reescribir así:
Cuando (el) enero cubra las montañas de blanca nieve .
Por otro lado, destaquemos el contraste de frío (con nieve) y el calor hogareño y seguro que emana del brasero, con lo cual, como observábamos en la serie anterior, se crea una nueva antítesis.

La estrofa siguiente, la cuarta, como sucederá en la quinta estrofa, empieza con un hipérbaton que nos lleva, una vez más, al contraste. En primer lugar, como en todas las estrofas, aparece aquello que el poeta no quiere y deja para otros, en este caso para los aventurados y ambiciosos mercaderes. El autor dice «soles» con un valor metafórico para referirse a otros lugares, tal vez, americanos, aunque no descartamos que se refiera al oro. En cualquier caso, buscar soles encierra un imposible, tanto, que conlleva un riesgo que él no quiere correr, como advertimos en la segunda parte de la estrofa.
            Aunque el poema intenta aproximarse a un tipo de lírica popular, como puede apreciarse en el uso del octosílabo, del estribillo y del dicho que da pie a todo el poema, no por ello, se abandonan rasgos de corte clásico, como es la referencia a la «Filomena» (v. 28), como forma habitual de llamar al ruiseñor en la poesía culta. Valga decir, siguiendo la vertiente más clásica de este poema, que en estos versos podríamos reseguir una alusión al tópico latino conocido como el locus amoenus; tal vez un locus amoenus particular para el poeta. Leemos:
           
           «yo, conchas y caracoles
            entre la menuda arena,
            escuchando a Filomena
            sobre el chopo de la fuente,»
            
            Decíamos que entre los rasgos populares afloraban las alusiones clásicas. Así sucede en las dos últimas estrofas, las cuales se aúnan temáticamente para tratar de forma despectiva el amor. En los dos ejemplos que tenemos, nos encontramos con un final desdichado, como son las historias, por un lado, de Leandro y Hero, y, por otro, de Píramo y Tisbe. Por lo que vemos, esta confluencia de elementos propios de la poesía culta se intensifican en la segunda parte del poema. Aun así, no pensemos que se ha perdido la espontaneidad de los primeros versos, pues en el 34, 35 y 36, vuelve a referirse a la ingesta, en este caso líquida, con lo cual el poeta muestra su faceta más festiva, a la vez que un tanto grosera, alejándose del fatídico suceso: «que yo más quiero pasar / del golfo de mi lagar /  la blanca o roja corriente».
            Aquí observamos una imagen que culmina en la metáfora, «la blanca o roja corriente», para referirse al vino, otro elemento propio de la poesía anacreóntica.
            Lo mismo sucede en la última estrofa, donde lo pantagruélico vuelve a manifestarse, con un punto de irreverencia, para demoler lo trágico de la historia de los amantes.




Conclusión

Partiendo de un dicho popular, es suficiente para que el poeta se lance a la escritura de su letrilla. La composición vierte a lo bufo un tema clásico como el beatus ille. Aunque se trate de una letrilla, entre el léxico popular, hemos de anotar que se combinan vocablos propios de la lírica más culta, como: «Filomena» o «tálamo». Es un poema con pocos recursos estilísticos, a pesar de todo, curiosamente, es el hipérbaton uno de los destacados, con lo que reafirmamos esa tendencia entre lo popular y lo culto.
 El poema se divide, en cuanto al tratamiento y no a su estructura interna, en dos partes. En la primera se ve un poeta mucho más mundano. Si en la primera estrofa, la comicidad le lleva a escribir un término como «aguardiente», en la segunda, rozando lo socarrón dice «quiero más una morcilla / que en el asador reviente», y en la tercera nos habla de las dulces patrañas, entrados ya en la segunda parte del poema, es decir, en las tres últimas estrofas, el autor parece, en parte, cambiar su registro para recurrir a situaciones propias de la poesía culta; en consecuencia, nos encontramos, como decíamos, con el término «Filomena», la alusión al locus amoenus y a los desgraciados amantes. A pesar de ello, jamás se abandona por completo el aspecto festivo del poema.



Webgrafía



[1] Con mil cavilaciones.
[2] Entiéndase que no por ser de oro la vajilla, como en la expresión de dorar la píldora, no mitigará más el dolor.
[3] Cuentos.
[4] Personaje de cuento popular.

7 comentarios:

  1. La mejor análisis que he leído, gracias por compartir!

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  2. ¡Magnífico análisis de este poema de Góngora! Lo he descubierto en una versión cantada y tenía curiosidad por saber más sobre él. ¡Muchas gracias por tu esfuerzo en difundir nuestra cultura!

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