viernes, 23 de octubre de 2020

Nuestra parte de noche

 



Título: Nuestra parte de noche
Autora: Mariana Enríquez
Ed. Anagrama
ISBN: 978-84-339-9885-9 


 

  Me ha costado decidirme a escribir este artículo sobre la obra ganadora del Premio Herralde 2019, Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez. Mis pequeña lucha se debe a que no puedo compartir el parecer común que la novela ha generado. Tras la lectura de la obra y tras la lectura de la mayor parte de las críticas que ha recibido, me pregunto muy seriamente sobre mi capacidad de percepción literaria. Tal vez, más de media vida impartiendo clases de literatura, reflexionando y hablando sobre literatura, hayan distorsionado mi capacidad perceptiva o, por lo menos, me la hayan enturbiado, y quizá no me quede más que asumir mi incompetencia. Dice Juan Pablo Villalobos sobre la novela ganadora: 

 "Continuadora de una tradición que podríamos denominar como “La Gran Novela Latinoamericana”, pertenece a una estirpe de obras tan disímiles, pero igualmente ambiciosas y desmesuradas, como Rayuela, Paradiso, Cien años de soledad o 2666”.

       Este tipo de valoración, más que grandilocuente, me parece hiperbólica. Considero que Nuestra parte de noche es una novela correcta, con muchos aciertos, pero nunca (espero que me perdone la autora) la situaría a la altura de las susodichas.

     Como en otras ocasiones, me adentré en la novela a través de las páginas iniciales que Anagrama permite leer desde su web. Esas primeras páginas me sedujeron, como también el título y, como no podía ser de otra manera, la historia que prometía ese punto de partida. Inmerso en el relato, confieso que me fui decepcionando en lo referente a algunos aspectos que iré nombrando, aunque también me detendré en aquellos (consciente de que me dejo otros) que me han parecido destacables.

    Creo que lo mejor de la novela está en la creación de los personajes. Cada uno con su particularidad, porque están creados para conseguir que la historia avance dentro de la verosimilitud que crea la ficción. Estos se sostienen con gran solvencia y sus actuaciones están en consonancia con la totalidad de la obra. En suma, los personajes, con sus vivencias, son el ancla que impide que la novela se vaya a la deriva. Considero que otro acierto se encuentra en la valentía al escribir sobre eso que podríamos llamar el mundo de lo oculto o de lo oscuro, superando prejuicios (no sé si academicistas) y con el esmero de querer crear una obra de valor literario; pero esa valentía no significa conseguir el logro en todos los aspectos. Mi parecer apunta al error de una obra demasiado extensa, que pide, necesariamente, una labor de poda. No creo exagerar si digo que le sobran, a esas casi setecientas páginas, no menos de trescientas. Nuestra parte de noche, estoy convencido, debería haber seguido la premisa del menos es más, concretamente hacia la mitad de la novela. Añado como algo también negativo que en algunas de las ocasiones en las que los personajes se adentraban en lo que la obra llama la Oscuridad, me era difícil evitar la evocación a ciertos tópicos que encontramos en esas películas de las plataformas de streaming y que forzosamente intentamos saltar. 

    También se ha alabado el marco social y político en el que se desarrolla la historia. Yo lo alabaré parcialmente, pues en determinados pasajes está muy bien logrado, como en el capítulo titulado El pozo de Zañartú, por Olga Gallardo, 1993; pero en otros, roza la gratuidad.

    En resumen, considero que la novela está escrita por una autora con buen pulso narrativo, incluso con gran lucidez sobre el tratamiento que requiere una historia, pero que, en este caso, tal vez, incidir en demasía en el desarrollo de  algunos capítulos le haya llevado a cierto error de cálculo.  






 

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